Wow… si pudiera escribir lo que tengo ganas de escribir, más la autocensura no me deja, puff y doble puff; pero así es la vida.
Lo que sí es narrable es que he estado leyendo, y comprando libros, las dos actividades más recomendadas para el alma creo yo.
Leí esta increíblemente específica narración de Zadie Smith llamada On Beuty, ¡Dios, doble Dios! Me hizo sentir pequeña, acurrucada en los brazos de una mujer sensual, malvada, con la mente rotundamente deliciosa (lo más lesbo que he estado en años, ja ja ja). Pero… debo admitir, soy una chica de cascos ligeros cuando se trata de lecturas.
Ahora he continuado mis lecturas con Nora Jane A Life in Stories de Ellen Gilchrist (está probando también ser placentero) y para no olvidar mis raíces comunicólogas tengo un librito llamado Cute, Quaint, Hungry and Romantic The Aesthetics of Consumerism de Daniel Harris que leo de vez en cuando.
Me he estado preguntando si esta pequeña y semi furtiva obsesión con las palabras podría ser, más que señal de que mi vida haya sido planeada para escribir, sea en su lugar significativa evidencia de alguien que fue puesta aquí para leer. Simplemente me encanta leer.
Tal vez por eso no he estado escribiendo últimamente, estoy volando lejos, cálidamente llena de palabras ajenas en tinta negra que saben a mielecita caliente. Jarabe para el mal de amor y el bloqueo de escritor.
Por cierto, si tienen por ahí algún escritor escondido o un título que valga la pena, manden sus recomendaciones, me encuentro perdida en la librería sin noción alguna de quién me podría hacer sentir sucia y feliz por algunos días.