Qué daría yo por tenerte frente a mí y poder iluminarte correctamente.
Tener la posibilidad, aunque fuera tan sólo por una hora, de tomar mi cámara y captarte.
Robarme de tu imagen esos ojos enormes y esa piel delicada.
Qué daría yo por decirte: “Ahora sonríe”; luego bromear con un “Ahora ya no sonrías”.
Mover tu cabello un poco, pedirte que relajes los hombros y tenerte ahí, sólo tú.
Lo que hago es atrapar momentos, a esto me dedico.
Y los tuyos, tristemente, se me escaparon.
Y los tuyos, tristemente, se me escaparon.