Soledad se sirve una copa de vino porque olvidó que ya había abierto una cerveza.
Se sienta en su sillón azul orgullosa de beber sola. Mujer independiente.
Observa su pared blanca y se pregunta si su pared blanca la observa también, aunque sabe que esa pared tiene otras paredes amigas con las que se puede entretener. Esa pared tiene un techo, esa pared tiene un piso, y algunos pequeños cuadros que seguro la mantienen ocupada.
Soledad sentada bebiendo cerveza y vino.
Está en calzones y nada más; decidió que vivir por su cuenta debía tener esa libertad.
La cerveza tibia y el vino amargo; pero esta noche aún puede haber fiesta.
Sólo son necesarios unos recuerdos como invitados, y Soledad sabe exactamente a cuáles quiere traer a bailar.
Un hombre de barba, un hombre sin barba.
Ojos azules, verdes y marrones.
Manos, manos y muchas otras manos.
Lenguas, gruñidos, caricias y un tanto de edición.
Un torso, dos torsos, veinte ojos…
Soledad y sus mejores amigos en una buena reunión;
Recuerdos cálidos y sudados bailan lambada y le muerden un pezón.
Hombres casados se tornan solteros.
Ninguno habla, ninguno pone pretextos…
Hombres censurados, hombres liberados.
Soledad tiene la mejor imaginación.
Los minutos pasan y los orgasmos no tardan en llegar.
El vino se derrama, la cerveza es olvidada
y la pared blanca, completamente excitada, decide estirar una mano y empezarse a tocar.
[Texto para
Palabras Domingueras, tema: Soledad]