¿Qué estas buscando? Preguntó. Me observaba fijamente y había dejado de barrer.
Yo me quedé callada, como los niños se quedan callados cuando sus conocimientos no les dan para más.
Estaba en París, hacía frió de mañana, y las pequeñas flores de los árboles caían como nieve.
Tenía miedo de estar perdida; pero, cómo se puede estar perdida, ¿si no se sabe lo qué se está buscando?
Tenía mucho miedo de fallar.
Tenía miedo de hacerlo enfadar.
Yo era la Alicia de mi propio cuento, y ese hombre, la oruga fumadora.
¿Qué estas buscando?
Y yo sin contestar.
Miedo de que pensara que le faltaba al respeto.
Miedo de que me humillara
Y de repente: calma... Sabía la respuesta.
Mientras mi cabello se llenaba de floresitas blancas, mi falda escolar se mecía con el viento, mi mochila, llena de cosas que no conocía pesaba en mi espalda.
Yo, supe la respuesta.
¿Qué estas buscando?
Nada. (Solo estoy aquí. Con un poco de frío, feliz y asustada, con el cabello enredado, yo, Amaranta Guevara siendo Amaranta Guevara, buscando a nada y a nadie, yo, ahí, y era perfecto, flores en el viento, zapatitos escolares y una mochila a la espalda).
El mejor momento de mi vida.
Arruinado solo por el hecho de tener que despertar.