Boca, pequeña y sucia, programada para hablar;
decir lo que nadie quiere oir, lo que duele, lo que despierta al alma.
mirada acuosa, cansada.
Piel reseca, completamente perdida, solitaria, acostumbrada al dolor.
Agotado de estar hundido en la cama, el cuerpo se va al sillón.
Las uñas, hace tiempo que no llevan ese rosa coqueto.
El cabello ha dejado de importar, sólo está ahí, perdiendo el tiempo.
Los ojos tratan de dar su versión;
Pero no hay quien los observe, nadie los escucha; les hace desear no estar.
Los cuchillos, en la cocina, acomodados por tamaño, de chico a grande.