Le contaba a un amigo,
que le conté a una amiga,
que estaba pensando
que tal vez ya es demasiado tarde.
que le conté a una amiga,
que estaba pensando
que tal vez ya es demasiado tarde.
Pero también le conté que me contestó
que ella no lo creía así,
y él tampoco lo creyó así.
Y ambos en su propio momento
me aseguraron que aún había tiempo.
Pero el tiempo es más extenso
cuando se habla de la vida de otros,
y para ellos, yo soy un otro.
Yo lo sé,
sé la cantidad de semanas que tomaría volverte a ver,
y la cantidad de intentos que se necesitarían
para regresar a una tarde como aquella.
Cuántos silencios son necesarios
para encontrar justo ese silencio.
Frente al mar.
Con esa calma.
Cuántas palabras tendría que combinar
para encontrar, otra vez,
esa sonrisa en ti.
Y mientras,
sobre el mar hay cielos azules
que se hacen naranjas,
con nubes rosas y sonrojadas.
Cielos que luego llegan al casi negro,
y se quedan quietos.
Y esto se repite sin parar.
Sin que estemos frente a ellos,
intentándolo de nuevo.
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