domingo, diciembre 14, 2025

13 conejos

Es raro,
la única meta es acomodar conejos,
trece conejos de cerámica
en tu jardín.

No es una metáfora:
es un pequeño ejército
petrificado
en un instante de perfecta coordinación.

Hay otros planes,
claro,
muchos sucios
y bastante sexuales.

Pero la meta.
Son.
Trece conejos de cerámica:
observando,
esperando,
listos para atacar,
congelados en un mismo lugar.

Y es porque trece conejos significan
que nos habremos conocido un año,
que después de un año aún te caigo bien,
que algún nivel de ternura
todavía nos une.

Y que logré
llegar
a un jardín
donde mis ganas
de conejos invasores
son aceptadas.

sábado, diciembre 13, 2025

6:40

No habíamos despertado por completo
y ya habíamos afrontado
sangre en la nariz,
un poco de mierda de gato en un pie
y dudas sobre groserías.

“¿Por qué hijo de tu madre es una grosería,
si hijo de tu madre es algo… normal?”
me preguntó mientras le lavaba el pie
con jabón y ternura.

Le expliqué con calma sobre la palabra que faltaba.
Luego me enseñó los personajes que ha estado creando:
personitas de puro músculo,
otras de puro hueso.
Me explicó poderes y nombres.

Y pensé que,
tal vez,
era momento de preparar
un poco de café.

Fresh start

Después de todo,
no empezaremos desde cero.

Empezaremos desde dos divorcios,
desde varios corazones rotos,
de las veces en que nos dejaron antes de lo pensado
y de las veces en que nos fuimos a tiempo.

Empezaremos después de heridas
por jugar rudo,
de palabras que intentaron lastimarnos
y de palabras que lo lograron.

Desde un parto caótico y ensangrentado
que dejó una anécdota
y un hijo
que casi siempre cuido
y que aún no conocerás.

No empezaremos desde cero,
sino desde donde estamos:
con grietitas en los recuerdos,
con palabras directas y tiernas,
con cuerpos que conocemos, 
deseos acumulados.

Empezaremos así,
completos,
aunque a veces cansados,
con la suavidad suficiente
para volver a intentarlo.

viernes, diciembre 12, 2025

Primera vez

Y le dije “te quiero”.
No porque sintiera
que ya era tiempo.
No porque pensara
que había aguantado suficiente.
No por cordialidad.

Sino porque en los días malos
recuerdo sus ojos,
con la luz
de aquella ventana,
de aquel hotel,
en ese día.

Y en las noches pesadas
le mando mensajes.
Y en las noches buenas
le mando audios.

Lo quiero.
Así,
sin conocerlo tanto,
pero confiando
en que lo que he visto
es real,
y sabiéndolo
valioso.

Lo quiero
a mi lado,
y también lo quiero
aunque no esté.

Así que se lo dije,
por primera vez.

jueves, diciembre 11, 2025

Cansado

Quieres que tu corazón entienda,
que descanse.
El amor no llegará.

Pero, como un perro, espera:
atento,
pendiente de la puerta.

Quieres que tu corazón deje de dar tristeza;
que se eche en algún lado
y, por fin, duerma.

Pero no hay manera.
No entiende.
Sigue pendiente,
cansado,
aferrado.

jueves, noviembre 27, 2025

La mano

The hand on my neck
consent,
the pressure,
with no hate.

The hand on my neck
del pasado,
la que quería ponerme en mi lugar
sin saber siquiera
cuál lugar era el asignado.

La mano precisa que apretaba,
fuerte,
queriendo calmar su mente.

No le pedí que se detuviera;
él sabía perfecto
que debía parar.
Él podía sentir
el límite de mi cuerpo,
medir el tiempo,
cambiar la presión.

Solo lo observaba,
cansada.
Aturdida.

Me negaba a rogar
por la vida que ya era mía,
nunca suya,
y que no me debía poder quitar.

La mano en el pasado,
la mano en el presente.

Ahora,
otra mano, otra luz,
otra cama.

Y tampoco necesito hablar.
Él sabe perfecto
el límite de mi cuerpo.

martes, noviembre 25, 2025

¿Nunca?

¿Nunca les ha pasado
que algo extremadamente sencillo
les rompe el corazón en cien pedazos
y lo reacomoda en una forma
que nunca antes habían sentido?

Y andan por ahí,
en un día cualquiera,
con un corazón de forma nueva.
Respirando con cuidado,
esperando algo malo
(que no pasa).
Disfrutando de la luz
que, por primera vez,
parece que no se escapa.

¿Nunca les ha pasado?

domingo, noviembre 23, 2025

La ciruela

Cada tanto, el sol lograba atravesar las hojas del enorme árbol y llegar hasta la ciruela más baja.
Ella brillaba. Amarilla, casi dorada. Jugosa. 
Perfecta.
Fuera de mi alcance.

Me faltaban como medio metro.
Lo terrible de tener seis años.

Me quedé ahí, bajo ella, pidiéndole que se lanzara.
Le prometía que la atraparía, aunque no estaba del todo segura de contar con los reflejos.

La ciruela seguía en su rama. Pasó tiempo.
Naty me pidió que regresara a jugar, pero la ciruela y yo estábamos en algo importante.

Entonces salió la hermana de Naty.
Nos llevaba unos quince años; unos cuarenta centímetros.

Me preguntó qué hacía. Le expliqué.
Sonrió.

Saltó sin avisar, saltó
y por un instante todo su cabello negro se expandió en el aire.
Como la tinta de un calamar. 

Con sus manos de mujer grande cortó mi ciruela.
La llevó a la cocina.

Corrí detrás de ella, temiendo un robo.

Pero no.

La lavó, la secó, se acercó a mí y la puso en mis manos.
Me sonrió aún más. 
Un algo me dejó quieta, como un poquito muerta. 

Siguió sonriendo y se fue a su cuarto.
Me quedé ahí, mirando la puerta abierta y blanca que llevaba a su habitación.
Empecé a comer.

El jugo de la ciruela escurrió entre mis dedos.
La ciruela, 
tierna y perfecta
sabía a sol, a espera, a su sonrisa, y mi deseo.

¿Por cuak?

¿A quién se le ocurrió volver a prender este corazón
que, como serie de foquitos navideña,
canta agudo y desespera?

sábado, noviembre 22, 2025

Soft

Soft, y callado y aquí, 
frente a olas de ruido y preguntas.

sábado, noviembre 15, 2025

Poder explicar

Quisiera poder explicar,
pero para ello debo ir mucho tiempo atrás.
Empieza temprano, pequeña,
cuando supe que casi todo era genial.

Las hojas atravesadas por sol,
los mangos, las ciruelas (amarillas).
La lluvia bajando por mi cuello,
el viento rodeando mis brazos.
De día, el calor acumulado en mi cabello;
de noche, el frío atrapando mis pies.

El olor del mar,
la textura de la arena,
el cemento caliente,
el sabor de la alberca.
El delineado de mis labios,
el grosor de mi cabello,
los poros de mi piel,
sus ojos.

Quisiera explicar
cómo empecé a desear.
Pero casi nací deseando.
A veces deseando silencio,
a veces deseando sentir,
a veces deseando ser absorbida por las sombras.
Deseaba vivir todo:
cada sentimiento,
cada dolor,
cada carcajada disponible.

Probar todas las frutas,
ir a todas las playas,
raspar cada parte de mi cuerpo,
golpearme, sonreír.
Caerme, rodar en pasto,
dormir en el piso.
Sangrar, soñar,
ser cargada, ser acurrucada,
sentir fuego en mi piel,
agua en mis pulmones.

Vivir.

Quisiera poder explicar,
pero para ello debo ir mucho tiempo atrás.