Mi mejor amiga tiene una foto de mi. De cuando tenía 5 años. Si la ves no queda duda. Soy yo. Un poco tierna, un poco retante, un tanto chiquita, y un tanto gordita.
Soy yo. Desde el kinder y hasta hoy, en las fotos y en mi vida, soy yo. Y cuando he estado triste ha sido en mayoría por mi culpa, y cuando he estado feliz ha sido porque me lo he permitido.
Tal vez mi inocencia ha evolucionado, tal vez mi vida ha cambiado, tal vez ya no juego con plastilina ni con muñecas, ni hago experimentos con engrudo. Pero esa niña sigue siendo parte de mí, honesta y feliz.
Y así cada foto de mi vida, me define por quién en realidad soy. La chica hiperactiva de 16 años, la de las fiestas a los 17, la segura y sensible a los 18, la estudiosa a los 19, la triste a los 20, la absurdamente feliz a los 21, y la enamorada de 22.
Soy yo.
Aun cuando muchas personas me han hecho cambiar, ninguna alguna vez ha podido destruir mi esencia. Simplemente porque esa niña de 5 años dentro de mí les patearía el trasero, ella si sabe qué pedo, ella sabe quién es y gracias a ella yo también lo sé.
Soy yo. Desde el kinder y hasta hoy, en las fotos y en mi vida, soy yo. Y cuando he estado triste ha sido en mayoría por mi culpa, y cuando he estado feliz ha sido porque me lo he permitido.
Tal vez mi inocencia ha evolucionado, tal vez mi vida ha cambiado, tal vez ya no juego con plastilina ni con muñecas, ni hago experimentos con engrudo. Pero esa niña sigue siendo parte de mí, honesta y feliz.
Y así cada foto de mi vida, me define por quién en realidad soy. La chica hiperactiva de 16 años, la de las fiestas a los 17, la segura y sensible a los 18, la estudiosa a los 19, la triste a los 20, la absurdamente feliz a los 21, y la enamorada de 22.
Soy yo.
Aun cuando muchas personas me han hecho cambiar, ninguna alguna vez ha podido destruir mi esencia. Simplemente porque esa niña de 5 años dentro de mí les patearía el trasero, ella si sabe qué pedo, ella sabe quién es y gracias a ella yo también lo sé.