Éramos pequeñitos con esos grandes zapatos que nos compramos por adelantado.
Esperando vidas épicas. Viajes, amores intelectuales, carcajadas de adultos que toman martinis.
Esperando aún más los últimos años. Frente a la playa, plenos, después vida satisfecha.
Viudos o divorciados. Lejos de todo aquello. Leyendo y tomando vino.
Éramos pequeñitos de zapatos gigantes esperando el retiro. Esperando la vida después de la vida, la que no se comparte por tradición, ni por presión, ni por furioso deseo.