La juventud era sencilla,
era de mieles, pieles y noches perdidas.
Las palabras brotaban tanto como los deseos.
Cada puesta del sol era una invitación;
A salir, a jugar o, simplemente, a dormir en calma.
La juventud era sencilla.
Los enunciados eran sucios y atrevidos.
El tiempo, todo el tiempo era un pum, pum, pum reggetonero.
Y con ese pum pum se fueron los días.
Pum… pum.. y ahora eres un viejo.