miércoles, febrero 04, 2004

Odio manejar, odio manejar, odio manejar.

Creo que si me preguntara qué prefiero hacer, si manejar una hora o caminar una hora, la respuesta seria 9 de cada 10 veces: caminar. Ahora si alguien me conoce, debe saber que no soy una persona deportiva, pero creo que 9 de cada 10 veces considero que manejar por una hora es una pérdida de tiempo (aun cuando de hecho te lleva más lejos que lo que la caminata).

Pero para poder llegar a Ensenada desde Tijuana, TENGO que manejar. Así que le pongo un tanto de gasolina (de la verde) a mi carro de señora, preparo el dinero para las casetas, busco estaciones buenas en la radio, y me dedico por la siguiente hora a manejar hacia el sur.

Cuando llego, Ensenada me recibe de la manera tan única que conoce, en sus 3 estaciones de radio hay: un anuncio que recuerdo escuchar desde la prepa, una canción de Arjona que ni hace dos años fue buena, y un tarado gastando el tiempo al aire diciendo estupideces. Ah, dulce Ensenada, es bueno volver a casa.

Capaz

Dice que soy todo el ruido que quiere escuchar. Todo el silencio por el cual quiere ser devorado. Dice que soy un mar profundo, lleno de vid...