echo de menos a esa mujer que se recostaba en mis palabras a tomar pequeñas siestas.
la misma que me acurrucaba en sus torso y me cantaba canciones tristes y lejanas.
La de cabello eterno que navegaba en mar abierto.
La mujer con piel recién horneada.
Extraño que mi vida sea gelatina de sabores en sus manos,
suculentas anécdotas escurridizas y azucaradas.
Mis depresiones, simples hojuelas crocantes.
extraño ser simple en sus ojos.
normal, tan normal que la hice huir.