El tiempo se suda tranquilo aun cuando uno ni siquiera advierte la temperatura; Se escurre por la espalda, dejando pocas señales de por ahí haberse deslizado.
El miedo, mientras pasan los días, se va entretejiendo hasta formar una colcha larga y relativamente pasiva, la única que algunas noches nos mantiene cálidos.
El espacio, nunca importa; se deja, se toma, se olvida, se borra, se invade, se conquista, se muerde, se explota. Se hace todo con él, y luego uno lo bota.
La soledad es linda, uno se sienta a escribir novelas llenas de perlas y encaje, se dibujan bebés de algodón y casas de azúcar. La soledad trae consigo la brisa, la neblina, el viento y la lluvia.
… pero la esperanza, esas sí que es molesta; Se va arrancando poco a poco de los nervios, dejando atrás residuos de pegamento, llevándose con ella tejidos y recuerdos, nada queda intacto (como cuando uno, frustrado, intenta remover el precio a un regalo).