Una abejita golpea mi ventana, peleando;
y te imagino a ti, peleando igual.
Golpeándote contra tu propia imagen, una y otra vez.
No se rinde, la abeja, y temo que tu tampoco te rendirás.
Vuela confundida, estampándose, en pánico y euforia;
No la envidio y no te compadezco.
Se han buscado ambas este momentito patético,
guiadas por aprensiones y recelos.
Inútil faena de proteger el todo de la nada.
No buscan entrar ni disfrutan el Afuera;
sólo se maltratan contra la línea divisora.
No me conmueven y no me alegran.