miércoles, abril 29, 2009

Gracias por venir.

Su manos, tan ancianas como él (pues nacieron el mismo día), toman con delicadeza la bolsita plástica. Cualquiera pensaría que lo ha convertido en un arte; Una diminuta ceremonia que elogia a lo cotidiano.

Pero no, aquí no hay inspiración, ni pasión, ni amor... La realidad es penosa y vulgar:
Un hombre cansado, con recuerdos frescos de sufrir hambre, un pasado alcohólico, una familia destruida y manos cansadas.

Día tras día el mismo trabajo, que no adora ni disfruta; el único que pudo conseguir (limosna de un sobrino lejano). Cliente tras cliente comprando lo que él no puede comprar, esperando un trato amable, imaginando tras de él una historia tierna y amigable. Regalándole algunos pesos de propina.

Después de abrir 32,357 bolsitas similares a esta y de agregar en ellas comida ajena, desea por fin morir. Con esta bolsa se ha dado cuenta que la gloria, que siempre buscó, nunca llegará. No quiere volver a casa a comer sopa de verduras, cuando sabe que por toda la ciudad hay quienes comen carne, pollo o, incluso, cordero; quienes pueden disfrutar de frutas tropicales que no están en temporada, de pasteles y chocolates belgas.

No desea, ni un día más de esto. Sus manos y él, esta noche, se meterán a la tina. Por fin, hoy, su patética historia terminará; En una pequeña ceremonia que elogiará su frustración, los fracasos y los errores. Mañana, alguien más tendrá que recitar el "Gracias por venir" (saber esto, en sus últimos segundos, lo hará feliz).

Detox

Por mi parte, será detox, vomitar primero tus brazos.   Los extrañaré, pero necesito que estén afuera.   Luego tus piernas, tu torso, tu bob...