La primera imagen del día eres tú, cambiándote después de haberte bañado, un poco apresurado porque debes irte a tu trabajo, pero aun así tomándote lo que consideras el debido tiempo para cada una de tus acciones. Eliges con cuidado la camisa que usarás; el pantalón, pareciera que cada mañana te enamoras de uno distinto. Tus calcetines, los combinas, te he visto, solías no tener de varios colores, pero ahora que los tienes, sueles coordinarlos con por lo menos alguna otra de tus prendas.
Me dices “No te despiertes aun, duerme un rato más”; mientras acomodas las agujetas de tus tenis, teniendo cuidado de que el lado derecho y el izquierdo queden de similar tamaño.
“Duerme, tú todavía no tienes que llegar a tu oficina”. Y no lo sabes, no lo entiendes. Verte, en este momento que se repite de lunes a viernes es de lo más encantador de mi día. Cuando te vuelves a armar como el hombre que sale al mundo, te disfrazas de aquel que quieres ser, te dispones a confrontar problemas que no te pertenecen; en la sencilla búsqueda del futuro. Tranquilo, pieza por pieza, te conviertes en un adulto responsable, y es maravilloso.