Callaré el camino del humo que pretenda llegar a nuestra casa.
Haré tormentas, haré marejadas; que a nuestros pies tocarán como suave brisa.
Tajaré cualquier peligro que intente destruirnos.
El miedo a perderte será suficiente cafeína.
Con arco en una mano, y flechas en la espalda, danzaré por el jardín;
Entre el manzano y las moras, la sangre de los enemigos se fugará.
Tatuaré sobre mi piel los protocolos y las salidas en caso de emergencia;
Si ocurriera un momento de caos: te cubriría con frazadas, te alimentaría de mi oxigeno
y entre mis manos te sostendría hasta que retornara la paz.