Veo a mi hija, la misma hija de mil maneras,
concebida en distintos días,
nacida bajo un mismo nombre, el futuro.
Veo su camino frágil lleno de ternura.
Tus ojos llorar porque ella tiene los míos.
Veo su piel blanca, intacta, y sus labios pequeños.
Colchitas multicolores y mucha luz de día.
Noches de no creer que está presente.
Pasitos rápidos y escurridizo (pensar en atarle cascabeles).
Te veo siendo serio y celoso, derretido por su voz.
Toda la fuerza convocada para poder decirle que no.
Y yo espiando, serena, amando cada segundo con ustedes dos.
Almuerzos de queso en forma de estrellitas, galletitas.
Viajes a la playa sosteniendo su mano, piecitos mojados.
Vestiditos felices, abriguitos, bufandas y gorros.
La veo llorar por pesadillas y pedir asilo en nuestra cama.
Sonriendo en navidades, creyendo aun en Santa.
Mil fotos de cada momento, los veo claros, perfectos.
Veo a mi hija, la misma de mil maneras.
Concebida años antes de cualquier embarazo,
entre charlas y besos, ella nace junto al futuro.
Una y otra vez, se forma en nuestras mentes;
nunca una imagen constante pero siempre el mismo deseo.
Conocerla y cuidarla, llegar juntos a ser sus padres.
Toda una historia tejida, de una vida que no será nuestra;
una nena muy esperada, maravillosa sea como sea.
Aunque no le guste la playa, ni los vestidos, ni las estrellas.
Veo a mi hija, la misma de mil maneras...