Enferma espera en casa, la fiebre sube poquito a poquito;
el cuerpo tiembla bajo escalofríos, los labios se secan,
y luego ella escribe cosas bobadas.
Los ojos arden, recuerda cuando era pequeña;
Su madre, como enfermera, le hacía gelatina
y caldo de pollo con chayote.
Duerme, despierta, duerme más y vuelve a despertar:
el horario lento de estar mal.
Sueños confusos, sudor, la piel desando el alivio.
Televisión, paseos diminutos por la casa,
comida deficiente, agua que sabe a la nada,
le parece imposible que la vida retorne a lo normal.
Los minutos se van arrastrando por la línea del tiempo;
como soldados malheridos, amputados, buscando trincheras.
Y ella espera que todo pase y termine, el triunfo contra la infección.