Los pies juegan con la nada y yo me doy permiso de no morir. Luego estoy en Montevideo y el viento no deja de enfriar mi cara, las lágrimas salen volando hacia Paraguay. Prendo un cigarro a las 4 am, esto ya es Tijuana; amo el olor a madrugada y tabaco. Duermo sola, en una cama pensada para dos. Vivo en Florida; la gravedad hoy es peor que nunca, no puedo más que estar arrodillada (calma corazón, calma que todo esto lo olvidaremos).
Repito una y otra vez la canción, mientras el día es tragado por el mar. El fresco afuera de Ensenada se mezcla con el rojizo de mis mejillas. Sonrío, estoy sola. Estaré sola por mucho tiempo más, pero todavía no lo sé.