sábado, mayo 28, 2011

38 Monedas

Mi escrito para Palabras Domingueras; tema: Moneda al aire.

38 Monedas

En su cuarto se encontró con 38 frasquitos de vidrio, cada uno etiquetado y conteniendo una moneda. Leonardo nunca la había escuchado hablar de esto, era una colección obviamente cuidada, seguro que para ella tenía un significado importante; aun así, en los años de conocerla nunca la había escuchado platicar de ella.

Se acercó a ellos y con cuidado empezó a levantar uno a uno los frasquitos, quería saber qué decía cada etiqueta. La letra de Ara en tinta azul narraban diminutas historias que Leonardo no lograba comprender: “Noche con Pablo”; “Tarde sin Diego”, Pablo era un ex novio de Ara, Diego era un amigo de ambos; “Letras o fotografía”, Ara era fotógrafa”; “Uruguay o Argentina”, y había vivido un año en Montevideo; “Tattoo – No tattoo”, hasta donde Leonardo sabía, Ara no tenía ningún tatuaje. Poco a poco Leonardo empezó a entender, o por lo menos a creer que entendía.

Frente a él estaban 38 decisiones, o más bien 38 momentos en los que Ara no supo qué hacer y acudió a una moneda. Frente a él una secreta colección, ejemplo de un lado temeroso que nuca supo ella tenía. Leonardo siguió leyendo cada frasco, sintiendo que con cada etiqueta leída iba conociendo mejor a esa amiga que se había ido.

——–

Ara sentada sobre su cama lee una y otra vez el mensaje de Diego “Ven a mi casa”. Diego tiene una novia, una chica de cabello negro que rara vez sonríe. Ara desea ir con Diego, puede adivinar las intenciones de la invitación. Su novia lleva una semana de vacaciones en Cancún y no va a llegar sino hasta en cinco días.

Sabe que no es correcto, Diego lleva tiempo deseándola, Ara lleva meses coqueteando con él; pero entiende que no terminará a su novia, Ara vive a tan sólo ocho cuadras de su casa, ocho diminutas cuadras.

“Ven a mi casa” insiste, constante, sobre la pantalla del celular. Ara no puede más. Saca un frasco de una caja que guarda debajo de su cama, lo abre sobre su mesa de noche; un ceremonia diminuta que ha repetido ya varias veces en su vida. Toma una moneda de su bolsillo, asigna “Tarde con Diego” a cara y “Tarde sin Diego” a sello, con un rápido movimiento lanza la moneda al aire. Mientras la moneda se eleva Ara busca dentro de sí y, antes de que el diminuto metal vuelva a su mano, sabe la respuesta: Quiere que la moneda caiga en sello.

Atrapa la moneda y sin ver el resultado la guarda en el frasco, saca una pequeña etiqueta de un cajón y con su pluma favorita escribe sobre ella. Luego se acuesta sobre su cama y pasa toda la tarde viendo películas.

——–

Leonardo no imagina esto. No hay manera de que pueda imaginar esto. Leonardo no lo entiende y nunca lo entenderá; La de Ara fue una corta y feliz vida, ausente del azar.

Capaz

Dice que soy todo el ruido que quiere escuchar. Todo el silencio por el cual quiere ser devorado. Dice que soy un mar profundo, lleno de vid...