Mi escrito para Palabras Domingueras; tema: De Viaje
De Viaje
4 de la mañana en la Ciudad de México y frente a mí la fila de Aeroméxico/Internacional espera para documentar su equipaje. El aeropuerto todavía no está completamente despierto; los trabajadores de Aeroméxico aun no llegan para recibir nuestras maletas, así que Nacional e Internacional son divididos y cada grupo hace su propia fila.
El de enfrente es un vuelo a Paris. Mujeres delgadas y altas, adornadas con botas ugg, medias y suéteres largos, esperan ansiosas al lado de sus tres (o más) piezas de equipaje. Se hablan felices, ríen con soltura y se hacen coletas casuales en el cabello. Sus vidas son, para mí, tan lejanas.
Trato de recordar mi ida a París, me imagino en esa fila; me habría visto distinta, chaparrita y nerviosa, adormilada, sola. Desearía retroceder el tiempo, estar en ese día que hace diez años dejó de ser. Tener como único miedo la inminente confrontación con un país desconocido. Ningún pesar.
Las envidio.
Pero no es ese día y yo estoy en otro fila. Sentada en el piso, callada y con los ojos llenos de lágrimas. Me falta esperar dos horas para que el vuelo salga y empezar mi peregrinación: tres horas en el aire, dos en un camión y 20 minutos de taxi. Arribaré a casa de mis padres y para cuando todas estas chicas largas estén tomando sus maletas en Charles de Gaulle yo estaré llorando frente al cuerpo de mi abuela.
Cuatro de la mañana y, a diferencia de la mayoría de las personas que me rodean, yo no quiero que el tiempo pase. Yo quiero que las oficinas nunca se abran; que este día no empiece y nunca termine. Yo quiero vivir aquí sentada y callada, perdida imaginando la vida de otros, reviviendo los días felices del pasado.
Dulce negación.