La sangre va por ahí, por todo mi cuerpo.
Va de un órgano a otro, pequeña viajera.
Y se topa con algo, se topa con todo.
La sangre se topa con tu mano, tu mano mientras aprietas mi cuello y me pides que muera.
La sangre se topa con tu pie, tu pie que patea mis costillas (soy tu triste y afónica marimba).
La sangre se topa con tanto…
Y al final, lo único que sabe hacer es marcar el dolor de morado y seguirme alimentando.