Recuerda la furia, esa se le queda fácilmente enlazada en la piel.
Recuerda la furia; pero no a los culpables, entonces nos castiga a todos.
Olvida mi nombre, pero no el de mi hermano; lo cual me hace sentir desechable.
Despierta, preocupada, llamando a su esposo.
Despierta, y por algunos minutos bondadosos, su esposo todavía vive;
Por un momento glorioso, el abuelo sigue en su consultorio tomando Nescafé.
Y así, va y viene ella tejiendo jornadas incongruentes;
Con un esposo vivo que nunca acude a sus reclamos,
Con rabia contra el tiempo; por la cantidad de días extraviados.