Y no lo sabe... no lo entiende.
Lo que extraña es lo que lo cambió.
Esos días de lápices #2 y borradores con olor a chicle
lo hicieron el adulto patético que ahora no puede dormir.
Fueron el uno, el dos y el tres, de la secuencia numerada que es su vida;
Esa constelación de puntos que lleva uniendo desde que nació.
No lo quiere saber, no quiero recordarlo así
Aun en su casa la estrellita dorada en su frente tenía poder,
la admiración de sus padres lo hicieron codicioso.
Ser casi el más alto de su grupo lo hizo vanidoso y superficial.
No quiere saber, que las cosas empezaron a fallar exactamente ahí.
Prefiere ver su vida, como elementos diseccionados;
una etapa aislada de las otras, y las otras disociadas entre ellas...
Prefiere dejar a la infancia intacta de culpa.
Admirarla desde lejos como si fuera una película,
una gran película, con excelente fotografía y el mejor guión;
los diálogos perfectos del pasado, que en nada lo afectaron.