Abro los ojos.
La piel fría; contagiada por el cuarto.
Te imagino a mi lado (no te busco), sé bien que no estás, no necesito evidencias.
Te imagino; en ese gris nublado, entre los sueños y despertar, logro que me acompañes.
Tu mano se escurre por mi cintura, te acercas a mi cuerpo, siento tu respiración en mi hombro.
La piel se calienta un poco y puedo volver a dormir.