La chica de nadie se acuesta sobre tu cama y deja que poco a poco le quites la ropa. La puedes tocar, la puedes hacer venir, le gusta que la muerdan.
La chica de nadie habla contigo, no te pregunta sobre tu novia, no le importa saber de ella. Te desea. Un café y dos horas después, regresa a su casa a ser de nadie.
La chica de nadie, si quisiera, podría tomar el metro, hacer una conexión y llegar a tu trabajo. Una vez ahí, podría imprudentemente pedirte que salieras a verla y, tal vez, darte un beso.
La chica de nadie puede escribir todos los días pensando en ti y aun así nunca volver a poner su cuerpo desnudo sobre el tuyo; porque es de nadie y aunque te ame, es libre.