lunes, enero 17, 2011

La niña que sangra llanto.

Era una sanguijuela.
Un hombre sanguijuela entre mis piernas.
No me podía mover; aun cuando era libre de hacerlo…

… verán, cuando uno tiene a un hombre hirudíneo incrustado entre algunas dos de sus extremidades
(especialmente entre las inferiores), la libertad física y la libertad mental pierden esa falsa homogeneidad y retornan a ser dos entes distintos, imposibles de sustituir uno con el otro…
Las manos no atadas, las piernas no atadas, pero la mente pesaba demasiado y no la podía cargar hasta la puerta.

Y, aunque estaba desnuda siendo lentamente succionada, nunca tuve frío; porque por cada gota de sangre, que él se llevaba, una cálida lágrima no llorada tomaba su lugar en mis venas. 

Capaz

Dice que soy todo el ruido que quiere escuchar. Todo el silencio por el cual quiere ser devorado. Dice que soy un mar profundo, lleno de vid...