El cuerpo pide manos.
Manos en el cuello,
apretando ligero.
Lo suficiente.
Lo necesario.
Unas en la espalda,
acariciando y rascando;
con uñas cortas, con uñas largas,
dejando marcas:
caminitos rojos,
calientes,
elevados.
Los pies, manos que los estiren.
Los tobillos, manos que los atrapen.
Las piernas, unas que las recorran.
Unas que den masaje.
El cuerpo pide manos.
Manos que pellizquen,
que aprieten,
que sostengan,
que jalen,
que acomoden.
Y labios.
También quiere labios.
Y algunos ojos.
Y voces.
Y cuerpos enteros,
con mentes,
con tiempo y calma,
y sus propios deseos.