martes, junio 30, 2009

Cápsula.

--> -->Debes tener en total no tanta materia;
Porque de alguna manera has cabido enterito en mi corazón.

Tal vez, eres ser esponjoso; elevado y grande gracias a la potencia de burbujas…
Y mi cuerpo encontró la manera de concentrarte, prensarte diminuto; como a un cubito Knorr.

Y te llevo adentro, entre tejidos y membranas, sin saber cómo; pero segura de que ahí estás.


Todo mal.

Me hace mal estar tan sola, tan lejos, tan perdida en los recuerdos.
Mi corazón está cansado; comprimido bajo estas atmósferas de piel.
Duele, como no recordaba que podía doler.
Cansado de tener que seguir adelante;
Pesa, y al mismo tiempo parece no estar;
Como si se hubiera marchado, y en su lugar quedara tan sólo una sombra de plomo.
Como si se hubiera marchado, junto a ti.

Me hace mal todo este tiempo, todo este espacio sin tareas ni sexo...
Toda esta piel sensible que se ha quedado sin dueño,
toda esa piel que ahora viaja ajena a mí.
Antes, todo lo que alcazaba a ver en ti, era mío.
Antes, no hace mucho tiempo, era feliz... y tu mujer... y completa.
Y luego, después, en algún momento, decidiste que no valdría nunca la pena.
Que no habría boda, hijos y vacaciones.
Que no existiría para nosotros ni un día más;
Y todo este tiempo, el espacio, las tareas y el sexo serían repartidos o anulados.

Me hace mal lo injusto de este momento,
todo esto de ser ignorada y todo lo de no saberte odiar...
Me hace mal que sigas siendo tú, en algún otro lado y sin mí.
Todo lo que eres, lo que antes me alegraba, ahora, me hace mal.

miércoles, junio 17, 2009

Nota:

Me voy de vacaciones por unas semanas (Monterrey, Tijuana y Ensenada)
... de hecho creo que voy a visitar al 90% de los lectores de este blog.

Para el otro 10%, besos y regreso pronto, espero con más aventuras y sorpresas.

Besos.

Diecisiete de junio.

Somos pequeños aun cuando todos los días nos dedicamos a envejecer.
Diminutos y amigables. Somos callados. Crueles y tiernos el uno con el otro.
Somos lo que siempre quisimos ser: libres, amados, activos en nuestro caos.
Tú, algunos otros y yo, somos de lo mejor.
De lo puro y lo perverso, de lo coqueto, de lo mortal.

Somos de los que cantamos malas tonadas y bailamos sin pudor (festejando pequeños logros).
De los que discuten con el cielo y retan a la luna.
De los que se toman fotos a los pies (para honrar los caminos tomados).
Somos los que hacemos del día un performance;
Los ojos de telón todos los días se abren buscando tragedia y comedia, drama nutritiva.

No somos lo contrario a Lo Demás, sino su complemento.

El arroz para un mundo de habichuelas.
Somos tú, algunos otros y yo, necesarios…
Y si ya te cansaste de pensamientos vagos, aquí va lo importante:
Somos; porque me gusta estar en la misma categoría que tú.

Pero tú, y sólo tú, eres:

Hermosos y perfecto en todo lo que haces, un amor, el mejor amigo que alguien podría tener.
Honesto y ruidoso. Sensible, ácido y sarcástico. A veces un pain in the ass pero nunca odiado.
Eres impecable compañía; siempre feliz (aunque lo niegues), siempre activo, siempre tú y nadie más. Eres un hit.
Todo un hombre a los 27; pero aun el chico alegre que se perdía en los metros de Madrid (ji ji ji).

Besos, Feliz cumpleaños.

jueves, junio 11, 2009

Junio

Maja, manjar. Lola de Lollipop y tú en la cama;
Cocaína en las encías, tinta azul en las yemas.
y la brisa por fin llega, y la calma no.
Tus dientes pegan con tus dientes.

Una mañana sin panqueques, sin miel, sin tocino.
Una mañana que sigue siendo la noche, la tarde y la mañana anterior.
Dándome cuenta que las cosas no podrían seguir así,
Pronto sería desterrada de esa isla de sábanas y escritos sin terminar.

Mi visa, para el mundo fantástico de tú anarquía, expiraba;
y no tenía la mente tan abierta como para renovar.
Adiós piernas fuertes decían mis piernas depiladas,
Adiós manos, torso, mente del hombre que no sabía amar.

Las majas de mi cabeza.

Me hablan al odio,
narrando momentitos que nunca viví.
Sus recuerdos: el dolor, la ansiedad,
sabores que sólo he logrado soñar.

Describen pieles desconocidas,
pecas secretas, cicatrices de infancia.
Escenas sexosas en las que nunca participé,
pecados antiguos, deseos completos sin censura.

Vivo junto a la esquizofrenia
y me tomo todos los días mis pastillas de vitamina C.
Inculco sus historias, las apremio con tiempo;
Me despierto, tomo demasiado café y los espero.
Como porno mental es esta inspiración.

Y me pregunto si soy yo, si hay en verdad un Ellas,
si las puedo culpar por lo sucio o si todo está en mí.
¿Seré una personita macabra y ambigua?
¿Un medio para mis musas eternas o una terrible escritora?



... jajajaja no, definitivamente macabra, ambigua y vitaminada.
Sorry, me dio mucho calor a medio escrito y perdí el hilo jajaajjajajaa.

Notita importante.

Por cierto, no soy yo, es un personaje...
No estoy embarazada... que yo sepa ji ji ji
¡Besos!

Pensamientos varios llenos de hormonas.

Algún día conocerá mujeres u hombres, que le romperán el corazón.

Una tarde (o mañana) su rodilla sangrará porque habrá caído de su bicicleta,
sus patines o de algún árbol; y yo lo abrazaré, calmaré su llanto,
limpiaré la herida y lo haré sonreír.

Estampará la puerta de su cuarto, cansado de escuchar;
Estaré lista con el discurso perfecto para hacerle ver sus errores.

Algún día le contestaré "pregúntale a tu padre"
y me salvaré de tomar una fuerte decisión;
o escucharé a lo lejos al padre diciendo
"pregúntale a tu madre".

Le haré tortas de banana mientras le narraré sobre el primer día en que yo las probé.
Cocinaré lasaña para festejar sus pequeños logros,
y le llevaré pasteles a su escuela en sus cumpleaños.

Algún día me verá a los ojos y dirá "Te odio"
y aunque sabré que no lo dice en serio, por la noche, en mi cama, lloraré.
Algún día besaré su cabello mientras duerme
y le pediré al universo no dejarme lastimarlo.

Preparará desayunos secretos y ruidosos en los días especiales
nos adornará con collares de pasta, regalos de yeso pintado.

Llevará por siempre mis ojos, mi nariz o mis manos.
Le contaré historias, dibujaremos monstruos y haremos paseos al zoo.

Algún día lo tendré en brazos y sabré sobre todo el pánico del mundo,
sobre todo el amor, sobre toda la responsabilidad, sobre ser madre.

Pero por hoy, duerme, flota, diminuto e incompleto.
Por hoy sólo genera células, crece y se alimenta.
Nada conoce, nada pronuncia, nada entiende;
y yo, vomito feliz, sabiendo el futuro.

martes, junio 09, 2009

Recuerdos varios de Domingo

Me observaba, sus ojos grises penetrantes.
Montada sobre su árbol favorito, mientras comía una paleta de uva
(el calor la derretía y ella chupeteaba sus manos como si fuera nada).
Envidiaba su falta de pudor y sus rodillas con costras.
A los ocho años, ella era el significado de fortaleza e insurrección,
(A mi parecer, años de luchas y marchas feministas habían logrado que una niña pudiera libremente usar shorts, domar árboles y crearse cicatrices).

Mi vestido para la iglesia se sentía incómodo, me picaba atrás de las rodillas,
seguro no había sido diseñado para el clima de Sinaloa.
Mi cabello estaba atado a media cola (no me gustaba llevarlo así).
Portaba un pequeño bolso, regalo de mi Nana, lleno de tesoros: lipgloss de fresa,
borradores con olor a chicle, lápices multicolores de puntas intercambiables
y calcomanías que no me dejaba pegar en mis libros,
ni en mis muebles,
ni en mis cuadernos,
ni en mi piel.

Ella llevaba dos trenzas, mal hechas (admitiblemente feas);
pero seguro frescas y prácticas para las carreras o los pasamanos.
No era católica, y podía gastar su mañanas de domingo jugando con sus hermanos.
Su blusa era vieja, con personajes de una caricatura que a mí no me dejaban ver.
Sus tenis eran rojos y usados, agujetas moradas.

Mis zapatitos recién boleados aun olían a grasa, brillaban blancos y nuevos;
con hebillas chiquitas, doradas.
Mis calcetines de encaje blanco, se resbalaban por mi piel.

Me examinaba, y yo me sentía como un bicho raro. Incómoda.
Mi padre apuraba a mi madre, mi madre buscaba su bolsa;
mi abuela esperaba ya adentro del carro,
me llamaba a su lado mientras usaba su abanico español.

Y yo, perdida en esos ojos tristes y salvajes,
en esos oídos que no sabían de la biblia, en su nariz con pecas y mugre,
en sus piernas que se mecían en la nada del viento y en las manos sabor a uva.
El silencio de su expresión era un imán para mi mente.

Terminó su paleta, bajó de su escondite, tiro el palito al piso
y corrió hasta su jardín en donde sus hermanos jugaban luchas.
Yo, abandonada, subí al auto y me dejé llevar por el calor.
La misa fue aburrida y la calcomanía de corazones, que pegué sobre mi mano, fue arrancada por mi padre;
junto con ella, se llevó varios vellitos.

Hermanas y seda.

LLévame a casa y no dijo nada más.
Observaba la ventana del auto como a un televisor,
mientras sus piernas frías seguían temblando.
El vestido nuevo, que apenas unas horas antes la había rodeado de gloria escarlata,
ahora tan sólo era una tela triste que colgaba de sus hombros pálidos.

El día empezaba con ligera neblina y viento helado.
Su noche terminaba.

No aceleré, manejé con las manos aferradas al volante;
Temía chocar, causar un accidente, lastimarla aun más.
Media hora del silencio y los restos de su perfume en el aire, llegamos a casa.
Ella fue a la regadera, yo a la cocina a preparar té y pan tostado.
El vestido fue a la basura.

Ya puesta la bata, las uñas limpias, empezó a llorar.
Te quiero y no dije nada más.
Las lágrimas duraron una hora y luego, por fin, supo dormir.
Yo estuve horas cuidando sus sueños, deseando poder todo borrar. Inútil.

....

El corte perfecto, el color perfecto, el precio perfecto,
lo había encontrado;
y lo mejor, según ella, era que ya tenía tacones que le combinaban.

Su cuerpo se veía en él como una delicada obra de arte;
La espalda descubierta, seda roja, pequeñas flores, talla 4...
la envidié como nunca.

....

lunes, junio 08, 2009

Tide concentrado.

Con el shush shush de la lavadora
y el pum pum de la secadora,
mi ropa se limpia de los pecados del fin de semana.

jueves, junio 04, 2009

Grados

Qué calor tan horrible, pensaba, mientras contemplaba sus opciones para refrescarse.
Primera opción: Morir, así definitivamente no más calor, en cuestión de horas sería un cuerpo frío y sin problemas. Pero morir, por hoy, no era apetecible.

Segunda opción: Matar a alguien. Si matas a alguien, obvio (seguía pensando ella) la adrenalina te debe hacer olvidar el calor, por lo menos una buena media hora... pero después tendría que huir, y no volver, se vería obligada a cambiar su dirección en la credencial de IFE o de plano nunca volver a votar, y votar es una responsabilidad ciudadana... No, hasta no tener bien resueltos los detalles, matar a alguien no era conveniente.

Ya sin numerar, porque se le complicaba pensar en forma de lista, estudió otra opción (era la tercera... pero ya no importa); podría comprar un raspado de ciruela seca (su favorito) y pedir que le agregaran lecherita, o tal vez sin lecherita sería mejor, menos calorias... No era mala idea: era barato, fácil y nadie moría.

Aparte los funerales son caros (y todos tenemos suficientes deudas), la sangre es caliente y si le cayera encima aumentaría a un más su temperatura..... Aunque si decidía, en efecto, matar a alguien, podría huir a algún lugar con buen clima o irse a Uruguay (en dónde por estos meses empieza el invierno), podría votar en la casilla especial de la embajada y para como está el dolar con relación al peso uruguayo, no sería tan caro vivir; con lo que compraría acá un raspado allá, seguro, se podría comprar tres...

... opciones, opciones, difícil decidir con tanto calor.

Christina (pensamientos varios)

Era pálida y nada normal. Vecina de mi mejor amigo, iba también en nuestro colegio y estaba en la mayoría de nuestras clases; pero rara vez era relevante.

Callada la mayoría del tiempo, cuando por fin decidía hablar su voz era tan débil que el viento se la llevaba lejos y era imposible conversar.

Llevaba siempre arreglos enormes y estorbosos en la cabeza: moños rosas, diademas moradas, bolitas plásticas amarillas; aplastaban todo su cuerpo, doblaban su cuello, jorobaban su espalda.

Sus zapatos pesaban, más que cualquier zapatito escolar que uno conociera. Nunca los levanté; pero lo supongo, porque caminar era toda una tarea extraordinaria para sus piernas. Nunca corría, obvio.

A veces la dejábamos estar en nuestros equipos de trabajo, más por comodidad que por una secreta amistad. Era fácil, vivía cerca y nunca protestaba. No es que fuera ágil para escribir, ni la mejor narradora, y sus cartulinas de presentación tampoco eran geniales; pero se mantenía en silencio y dejaba pensar.

No la llamaban Christy, ni Chrissy, ni Chriss... siempre era Christina, nadie se tomo el tiempo de, por amor u odio, deformar su nombre. Era conocida por no opinar, y para los que no opinan, no hay apodos.

Su cabello era lindo, lacio como ella. Su piel sin lunares, sus calcetines hasta la rodilla, siempre estaban escurridos en sus tobillos y su falda era singularmente larga.

Llevaba pequeños aretitos, que siempre me hacían pensar en su madre ¿Qué clase de mujer paría un animalito tan ordinario y era, aun así, lo suficientemente feliz como para adornarlo con corazones de oro?

No era fea, nunca lo fue. Tal vez eventualmente encontró su voz, un amor y opiniones. No lo sé, la dejé de ver; Después de la graduación ya no había razones.

A veces paso por su casa, y me pregunto si es que algo pasaba ahí que le robaba las palabras (algo tan triste que le deformaba el habla, tan horrible que no lo sabía describir, algo repugnante, tétrico, secreto que no la dejaba caminar y que sutilmente día tras día la aplastaba aun más)... No lo sé, nunca le pregunté, y ella, nunca lo comentó.

martes, junio 02, 2009

Una disculpa mala.

En mi defensa no creo en el infierno,
fui educada por la SEP,
no me enseñaron a escribir en cursiva,
tengo miedo de quemar la casa,
voy a estar en mis días, estoy en mis días
o acabo de estar en mis días.
Nací débil y cansada
y ayer soñé que alguien me mataba.

Por lo cual, estoy segura de que no todo fue mi culpa.

Capaz

Dice que soy todo el ruido que quiere escuchar. Todo el silencio por el cual quiere ser devorado. Dice que soy un mar profundo, lleno de vid...