martes, junio 09, 2009

Hermanas y seda.

LLévame a casa y no dijo nada más.
Observaba la ventana del auto como a un televisor,
mientras sus piernas frías seguían temblando.
El vestido nuevo, que apenas unas horas antes la había rodeado de gloria escarlata,
ahora tan sólo era una tela triste que colgaba de sus hombros pálidos.

El día empezaba con ligera neblina y viento helado.
Su noche terminaba.

No aceleré, manejé con las manos aferradas al volante;
Temía chocar, causar un accidente, lastimarla aun más.
Media hora del silencio y los restos de su perfume en el aire, llegamos a casa.
Ella fue a la regadera, yo a la cocina a preparar té y pan tostado.
El vestido fue a la basura.

Ya puesta la bata, las uñas limpias, empezó a llorar.
Te quiero y no dije nada más.
Las lágrimas duraron una hora y luego, por fin, supo dormir.
Yo estuve horas cuidando sus sueños, deseando poder todo borrar. Inútil.

....

El corte perfecto, el color perfecto, el precio perfecto,
lo había encontrado;
y lo mejor, según ella, era que ya tenía tacones que le combinaban.

Su cuerpo se veía en él como una delicada obra de arte;
La espalda descubierta, seda roja, pequeñas flores, talla 4...
la envidié como nunca.

....

Detox

Por mi parte, será detox, vomitar primero tus brazos.   Los extrañaré, pero necesito que estén afuera.   Luego tus piernas, tu torso, tu bob...