El Hombre de las Pocas Palabras me pregunta sobre mis orgasmos,
Y yo me salgo un rato de su oficina para observar a los chicos que salen del colegio.
No me salgo literal, sólo con la mirada y el pensamiento. Poquito para escapar.
Esos chicos no tienen que charlar sobre sus orgasmos –pienso- esos chicos tan sólo los tiene (o no los tienen, da igual).
Mis orgasmos… mis orgasmos…
El Hombre de las Pocas Palabras espera, como esperan los estudiantes mientras el maestro pelea con algún proyector antes de iniciar la clase. Aburridos. Deseosos de que el tipo empiece la cátedra, para que así, eventualmente, termine y puedan huir.
Son buenos… supongo… -aclaro sin confianza, mientras deseo con toda el alma ser uno de esos chicos rapados.
Y sé que la respuesta es incorrecta; porque aunque, con sus pocas palabras, me haya dicho antes que no había revelaciones buenas o malas, las hay, y por hoy he cometido un error.
… ¿Supones? Bla, bla, bla, bla, cuerpo, bla, bla, bla, confianza, bla, bla, bla, sentir, bla, bla, desear, bla, bla, falacia.
El Hombre de las Pocas Palabras ha invocado todo su repertorio.
Y yo, simplemente deseo por fin cruzar al otro lado de esta ventana.
La próxima semana tendré una mejor respuesta. Espero…