A veces, cuando te acaricio, me pierdo imaginando que eres un excéntrico instrumento musical.
Me pregunto qué clase de música generan mis dedos contra tu piel y tu cabello.
Cuáles notas se despiertan cuando mis uñas caminan por tu espalda.
Aquello que a veces confundes con arrullos (yo, ensayando a ser madre),
en verdad es mi voz tratando de seguirle el paso a la melodía de tu cuerpo.