Seguro que imaginas una piel limpia de lunares, delicada bajo las yemas de tus dedos.
Un cuerpo sobre el cual puedas dibujar fantasías, la tinta escurriendo por el abdomen.
Seguro que no te molestarían los labios sabor a lágrimas, los ojos que te esquivan.
Seguro que sueñas con el día fantástico de atarla con tus brazos, sujetarla con tu voz.
El tórax dominado, la mente ausente; seguro que lo imaginas.