jueves, octubre 08, 2009

Déjalo dormir.

El bebé que llevas atado al pecho,
el que succiona de tus tetas leche falsa y caduca,
Succiona, succiona, una y otra vez, sin parar, por siempre.
Nunca se llena, nunca está satisfecho.

El bebé que nunca crece y nunca deja de pesar.
Que huele a sangre y es frío como el acero.
El que no te deja aceptar abrazos
y menos hacer el amor con espontaneidad.

Este embarazo, parto y amamanto eterno.
Este bebé de brazos, de piernas, de espalda, de alma.
Déjalo, déjalo ir; perdónalo: Aliméntalo una vez más,
cántale su canción favorita, acuéstalo en la cuna,
tápalo con ternura y permítele dormir.

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