sábado, mayo 29, 2010

Yo también tengo dudas

¿Por qué olvidas con tanta facilidad
que mi piel huele a lo más hermoso que conoces?
Por qué es tan fácil ignorar estos ojos, que dices adoras.
Por qué mi cuerpo, el que buscas por las noches,
es tan fácil de, simplemente, dejar de besar.
¿Por qué todo lo especial que dices soy, es tan efímero y tan mentira?

jueves, mayo 27, 2010

Sobre lo que se acerca.

Este tiempo tormenta que empieza a cerrar el cielo.
Este tiempo que sigue arrancando la luz del día.
Que en unos momentos empezará a mojarlo todo,
hará arroyos de nuestros caminos.
Este tiempo tormenta que inundará nuestras vidas,
subirá hasta pulgadas arriba de las rodillas
y nos impedirá caminar.

miércoles, mayo 19, 2010

Esa novela.

Hace tiempo me dio un libro, el cual por cierto me aburrió; era sobre una mujer, en realidad una chica, (bailarina, con futuro en su arte) que se enamoraba de un chico, uno de esos mucho que andan por el mundo.

Se iba a la ciudad (la gran ciudad, centro del país, llena de terrible violencia) siguiendo al hombre y luego todo salía mal. Ella nunca volvía a tener la gracia o la edad que poseía en la página uno y él… ahora que lo pienso, no recuerdo qué pasa con él.

Cuando me dio el libro me dijo “Es mío, pero te lo doy; porque cuando lo terminé pensé en ti”. Yo, en ese entonces saliendo apenas de la secundaria, al terminar el último capítulo pensé: Pero ni bailarina soy… y no tengo novio.

Ahora de 27, destinada a nunca más tener 14, entiendo la extraña broma o advertencia; y me pregunto si era en verdad tan claro el camino que estaba frente a mí.

viernes, mayo 14, 2010

Sobre mi infancia

Cuando era pequeña tenía amigos; todos tienen amigos, aun el niño que huele a orina tienen algún amigo lleno de mocos (porque los mocos, supongo, ayudan como aislante). Pero a esos amigos los dejaba atrás cuando el timbre de la primaria o la secundaria sonaba, los amigos eran de ocho a una, de siete a dos; se me olvida exactamente cuál era el horario que tenía mi escuela.

El caso es que cuando llegaba a mi casa, después de un diminuto viaje en carro o una caminada, me quitaba la mochila, me cambiaba la ropa (teníamos semi prohibido usar el uniforme en la casa), comía, hacía tarea y después pasaba horas y hora sola.

Supongo que esto habría sido algo como tortura para otros niños, a los que les gustaba jugar futbol , llenarse de tierra, trepar árboles o saltar de los columpios; pero Aventura nunca fue mi segundo nombre. Yo era (y sigo siendo) de dentros callados. Para llenar mis limitados días de infancia (que en el momento no se sentían tan contados) salía a mi patio y recolectaba plantas, seguida siempre por mi leal perrita compañera.

Alguna vez escuché a mi madre hablar sobre cómo la mayoría de los medicamentos provenían de alguna planta o flor; por lo cual dediqué una buena cantidad de mi tiempo a recolectar pasto y hojas... pensaba que tal vez, el pasto de mi casa nunca había sido estudiado. Molía la hierbita en mi juego de té (tenía uno naranja hermoso) y la mezclaba con agua, shampoo, enjuague; el líquido que pudiera alcanzar a robar de mi casa, sin sentirme culpable; unos días, en los cuales supongo mi madre estaba distraída, me arriesgaba y tomaba acetona o alcohol del botiquín (no fueron muchas veces que hice esto, porque odiaba el olor).

Molía en distintos grosores mis ingredientes, suponía que para ser un verdadero experimento debía haber variables en el proceso y trataba de recordar lo que agregaba a cada tacita; luego los dejaba reposar. Tuve años de hacer esto, cuando el pasto no fue suficiente pasé a robar cosas de la cocina: arroz, frijoles, harina, pan… los frijoles fueron un terrible suceso, los dejé por días en mi jarrita preferida y luego por cosas del destino se echaron a perder; el olor era terrible, todavía imaginarlo me da asco y bueno mi jueguito de comidita nunca más fue el mismo.

Volví a usar pasto (era muy arriesgado lo de robar de la cocina) pero esta vez ya no para encontrar la cura a la gripe; sino buscando distintos tintes (todos obviamente variaciones del verde); escuché a mi madre hablar sobre cómo antes se pintaba con mezclas de ingredientes naturales y decidí encontrar una manera de hacer mi propio colorante. Funcionó, podría decirse, pero no fue tan emocionante: verde diluido sobre verde menos diluido no es ultra divertido; en algún punto si recolecté moras y fue más entretenido eso de pintar de a gratis. Luego simplemente me robé la pintura vegetal que mi mamá tenía en el refri.

Tengo muchos recuerdos de experimentos; como la época en la que descubrí que con talco uno podía hacer engrudo y estuve haciendo varias pruebas para saber cómo hacer un mega-pegamento-resistente-a-todo-¡TODO! (pero fallé) o la temporada de hacer papel reciclado, que terminó porque mi mamá se enojó de que robaba las hojas para la impresora (me explicó que lograr papel reciclado de papel nuevo, no tenía mucha utilidad y luego me dijo que podía usar el periódico viejo; pero el periódico hacía papel ultra feo y mejor salí a buscar más plantitas).

Asi era y soy yo; calladita por adentro. La calma me llega en las tardes, cuando nadie me molesta y puedo pasar hora tras hora experimentando con las variables que encuentro en mi casa. Claro que tengo amigos, todos tenemos amigos, pero por lo general lo que me encanta hacer en esta vida es estar solita y perderme en mis resultados.

jueves, mayo 13, 2010

Yup, todo eso.

Quiero samba, stroganoff, quesito asado en la playa.
Quiero fondue del barrio latino, salmón en San Valentín.
Rodar en cama, viajar en tren, subir ese caminito empedrado.
Quiero abrir mi puerta y entrar a la cocina de Víctor Haedo.
Entrar mi código para el edificio. Subir al metro.
Regresar de mi paseo en bici.
Quiero sudar y sonreír. Nadar una hora.
Juegar futbol, si jugar futbol y meter ese gol.
Quiero de nuevo brincar en la cama.
Usar mi bikini.
Quiero tener mi cabello cortito; sentir el viento en mi cuello.
Quiero que mi cabello largo cubra mis hombros.
Quiero caminar por esa noche triste en la que lo dejé todo.
Quiero que me llueva de nuevo y que mi abrigo se moje.
Correr por el Louvre, tratando de consumirlo todo.e ir lento por el cementerio hablando del futuro.
Espiarte el sábado por la mañana.
Quiero hot cakes con fresas.
Quiero de nuevo el refri lleno de quesos y carnes frías.
Quiero el estofado de Carlitos.
Ir por vino en la noche, mientras las demás se maquillaban.
Quiero una charla en la azotea.
Cargarla, tenerla de nuevo en mis brazos.
Contestar el teléfono a las 3 de la mañana.
Quiero cantar mientras manejo.
Quiero palomintas y pasas cubiertas de chocolate.
Tomar su mano y no tener miedo.
Quiero bañarme, ver tele, hablar sobre la hegemonía del alce.
Besarte en octubre.
Quiero escribir por horas.
Abrir el buzón y encontrar un sobre.
Escuchar el timbre, gritar "¡ya me voy, luego vengo!"
y que mi madre responda "¡ta, bueno!"
Ponerme labial de fresa
subir a mi coche y salir.

lunes, mayo 10, 2010

Dolor arbitrario

Esto, todo esto que duele, es tejido;
bordado por una constante evolución genética
cuyo mayor éxito es poder doler.
Poder doler y entonces mover a mi mente.

Si duele, lo quiero cambiar;
si duele haré algo extra.
Esto, todo esto que duele, soy yo.

Nací hace muchos años,
terminé estudios,
tuve novios y amigos,
y duelo porque te puedo comparar.

Todo esto, sería tuyo,
si tan sólo lo quisieras,
pero no.
y yo duelo,
me muevo, hago todo lo extra que conozco,
lo que la evolución y los recuerdos me han enseñado;
pero sigo doliendo.

Una persona, resultado de todos los dolores de generaciones pasadas,
que busca un camino constante al tuyo,
y falla.

martes, mayo 04, 2010

Mi primera cortada de papel.

Fue con un sobre,
lo pasé muy rápido entre mi dedo índice y mi dedo medio;
dolió.
Sorprendida fui con mi madre;
le expliqué mi shock
y ella dijo: Si, así pasa, duelen mucho
y se llaman cortaditas de papel

pensé:
¿Por qué?
¿Por qué el papel se siente en la necesidad de cortar?
¿Acaso, cómo es tan débil, necesita un arma secreta?
¿Por qué no me quiere?

Mi madre, entendiendo el cerebro chuequito de su hija,
me explicó:
Si, hay que comprender que algunas veces en el mundo,
lo que nos parece insignificante puede lastimar
y las heridas que deja son las que más duelen.
Y esta es tu primera cortada de papel,
habrán más.

Lo odio - pensé.

Cuando andábamos

Mientas andábamos pensé que ambos mirábamos el cielo, buscando arcoíris, viendo las nubes con forma de cachorros.   Pero tú observabas mis p...