viernes, marzo 22, 2013

7:25 am

La primera imagen del día eres tú, cambiándote después de haberte bañado, un poco apresurado porque debes irte a tu trabajo, pero aun así tomándote lo que consideras el debido tiempo para cada una de tus acciones. Eliges con cuidado la camisa que usarás; el pantalón, pareciera que cada mañana te enamoras de uno distinto. Tus calcetines, los combinas, te he visto, solías no tener de varios colores, pero ahora que los tienes, sueles coordinarlos con por lo menos alguna otra de tus prendas. 

Me dices “No te despiertes aun, duerme un rato más”; mientras acomodas las agujetas de tus tenis, teniendo cuidado de que el lado derecho y el izquierdo queden de similar tamaño. 

“Duerme, tú todavía no tienes que llegar a tu oficina”. Y no lo sabes, no lo entiendes. Verte, en este momento que se repite de lunes a viernes es de lo más encantador de mi día. Cuando te vuelves a armar como el hombre que sale al mundo, te disfrazas de aquel que quieres ser, te dispones a confrontar problemas que no te pertenecen; en la sencilla búsqueda del futuro. Tranquilo, pieza por pieza, te conviertes en un adulto responsable, y es maravilloso.

Así de fácil

Y ahora me dices que me vaya, que por aquí nadie me extrañará. Y lo sé, lo sé perfectamente, me he ido tantas veces de tantos otros lugares que puedo reconocer exactamente el momento en el cual la necesidad expira.

Me dices que cada uno estará mejor por su lado, y lo sé; porque no eres la primera división en mi camino.

Me pides que sonría, y sonrío; sonrío como a tantos otros les pude sonreír. Me preguntas si te odio, y contesto que no te odio, yo también veía esto venir; porque no eres la primera vez que ocurre y lo pude reconocer a tiempo (con pinzas y cuidado pude separarme a tiempo de ti, no eres el único que se ha ido alejando).

No eres el primer Esto no está funcionando.

Así de fácil.

No eres el primer Tenemos que hablar, ni alguno de los primeros silencios incómodos.

Que es mejor así, y lo es. Lo sé.

Cansada

Cansada de no poder escucharlo todo; porque simplemente nunca te atreves a decirlo. 
Cansada de en mi mente hacer las maletas, una y otra vez. Cambiando el tipo de ropa; algodón si pienso ir al sur, lana si me quiero ir al norte. 
Cansada de vivir en una estación de trenes. Esperando. Esperando, por fin, en mi mano encontrar un boleto.

martes, marzo 19, 2013

Las lágrimas

Las lágrimas me atraparon, todas esas lágrimas que el orgullo por lo general no deja vivir. Me convertí un charquito de persona, una mujer empapada de sus miedos; pero por suerte también tus brazos me atraparon, por suerte las mangas de tu suéter estuvieron dispuestas a secar mi llanto.

Estos

Los días estos en los que la vida sabe a líquido amargo casi imposible de tragar.

miércoles, marzo 13, 2013

Tiempo

Él le pidió que esperara.
Ella aclaró que no esperaría; pero que el tiempo era libre. El tiempo era de ninguno de los dos. Así que si en semanas, en meses, en años él decidía volver, tal vez ella seguiría ahí, tal vez ella seguiría amándolo, tal vez sin saber que lo hacía, ella esperaría.

Él sintió que eso era suficiente.
Ella sabía que para ella lo era.
Se fue.

29 días después regresó. La cara nerviosa, la voz aguda. Te amo, ¿Nos podemos casar? 


No.

Fue lo que ella respondió.

viernes, marzo 01, 2013

This is your post

Si tuviera la cabeza, las palabras, la calma; tendría una novela. Tendría algo. Si pudiera describir tu cuarto, tan sólo tu cuarto. La cantidad de polvo que en él había, los libros nunca leídos, las cartitas de amor de amores que hacía tiempo te habían empezado a odiar. Si pudiera expresar el silencio que uno sentía al entrar, al no encontrar lugar en el cuál sentarse. “Eso no lo puedo tirar”.

Si lograra que alguien leyera tu realidad, algo en ellos se afectaría; lo sé. Que tocaran con mis enunciados tus sábanas viejas, las que guardabas desde tu pubertad; tu cama de infancia, pesada y rota; las almohadas llenas de manchas de comida; las paredes con dibujos que hiciste en la secundaria (algo en ellos lloraría, lo sé)

La televisión prendida, siempre prendida. El piso pegajoso porque hace días derramaste cerveza. Bolsas de ruffles y cheetos, cacahuates. Tu madre grita “¡Ven a cenar!”, te ausentas por 2 minutos y regresas con un plato lleno de quesadillas. Encuentras un pequeño espacio sobre tu colcha, comes desesperado. 32 años.
Si pudiera escribirlo todo, todo, todo. La ventana rota. La televisión gigante colocada sobre una caja que guardaba tus prendas de bebé, la ropa vieja acumulada en una esquina, la puerta con golpes de tus puños, la pared infestada de cables, las 4 biblias, los panfletos de dietas, los dibujos, los malos escritos, los CDS llenos de pornografía. Si tuviera la cabeza, las palabras, la calma; tendría una novela. Tendría algo (no sólo los recuerdos). 

Un pedacito

Algo de ti se me termina,
De esas cosas que guardaste en mi estómago, en mi médula o en mi riñón.
Se me olvida. Migra. Se gasta.
Algo de ti se evapora todo los días; lo sudo en función.
Se me pierde; se va caminando por estas calles del centro y nunca lo vuelvo a encontrar.
Algo de ti. Un pedacito diario.

Tal vez nunca se vaya todo, pero ya no importa. La realidad es que tu recuerdo pesa cada vez menos.

Y no.


Pensaste que nos conocíamos, porque pasabas horas frente a tu computadora leyendo mis escritos.

Cuando andábamos

Mientas andábamos pensé que ambos mirábamos el cielo, buscando arcoíris, viendo las nubes con forma de cachorros.   Pero tú observabas mis p...