lunes, noviembre 30, 2009

Hombre en otoño.

Tal vez era el calor del verano el que me hacía poder recordar mi infancia,
tal vez en la ausencia del este me es imposible acceder a la información de mi pasado.
Como una palabra secreta para entrar, pero en vez, una temperatura.
La temperatura secreta que abre las puertas de los años muertos.

Entonces, en otoño (y más seguro en invierno) estoy destinado al presente.
A vivir como un personaje de ficción: Un humano adulto, sano,
Dotado de ideas y sueños, pero faltante de remembranzas.
Amputado de cualquier rastro de la alegría de la niñez.

Tal vez por la noche, deje que la calefacción tome control de mi apartamento.
Para poder, con suerte, soñar sobre helados, juegos y primeras navidades.
Recordar a la mascota que ahora no estoy seguro de haber tenido;
llamarla entre risas y correteos, sostenerla entre mis brazos, acariciarla
y acurrucarla hasta que el noviembre sin memoria, me haga despertar.

En la cocina.

En la cocina, la mantequilla se escurre entre las manos;
convirtiendo a los dedos en tentáculos resbaladizos.
La sal ahuyenta a los malos espíritus y a las papas insípidas.
Los animales son bienvenidos cuando llegan en trocitos o en rodajas;
sí están en forma de mascota, mejor que se vayan.

En la cocina, paso parte de mis días.
Catalogando proteínas, cuidando lácteos,
Transformando verduras irregulares en cubitos armónicos,
Convirtiendo la pasta en posibles recuerdos,
Sirviendo en platos blancos cartas de amor sazonadas con pimienta.

jueves, noviembre 19, 2009

Adolescencia

Quería ser una amante; para así acompañar mis madrugadas con cigarrillos y rimen obscuro.
Cubir mis piernas sólo con medias y mi cuerpo con encaje caro (del importado, del especial).
Quería ser la que nunca era olvidada.

Pubertad

Quería ser poeta; porque pensaba que era la mejor manera de asegurarme una vida de andar por ahí vagando, despeinada, abrigada con bufandas chillantes y abrigos enormes de lana.

Infancia

Quería ser espia.
Para saber muchas cosas y estar siempre en forma.
Para nunca confiar completamente y ser inteligente.
Pero no sabía, exactamente, en dónde estudia uno para esta carrera.

(y me rendí).

jueves, noviembre 12, 2009

No sé cómo explicarlo.

No sé cómo explicarlo, lo mucho que se me cansa el alma cuando te pierdo de vista.
Cómo los huesos pierden el calcio, no puedo caminar, no me puedo sostener.
Las lágrimas se me van a la sangre y todo el cuerpo se humecta de nostalgia.
Los ojos no quieren ver, aun cuando me esfuerzo, todo me parece borroso
y la piel se cansa de estar expuesta al mundo; a este nuevo mundo sin ti.

Mi cabello extraña estar entre tus dedos, deja de crecer.
Mi sonrisa se esconde junto a todos los recuerdos felices;
Cuando de pierdo de vista, pierdo los colores y al sol también.
Me doy cuenta que siendo mortal en cualquier momento podría morir.
Las pesadillas cubres mis pensamientos y me es imposible encontrar paz.

Las palabras se me esconden, el paladar se entume,
el abrumante silencio me habla con vulgaridad
(habla mal de mi cuerpo, de mi intelecto y del futuro en general)
No sé cómo explicarlo, pero en este escrito me esfuerzo;
para que lo entiendas y, si lo deseas, te apures en regresar.

miércoles, noviembre 11, 2009

Resultado

Un día, a los 27, a los 28, a los 29...
El adulto despierta humillado por el presente.
Con lágrimas confusas. Sin números que pueda seguir.
Despierta preguntándose cuándo fue que todo cambio.
Cuándo las navidades dejaron de ser divertidas.
Cuándo el miedo de la responsabilidad lo empezó a consumir.
Despierta aceptando que su apartamento es chico, y no mediano y menos grande.
Ya no sabe su lugar en la fila;
hace años que no compara su crecimiento con el de sus amigos.

Ya sabe contar su dinero, pero le sigue no alcanzando para todo lo que quiere.
Ya no tiene lonchera, pero la extraña.
Le hacen falta esas porciones de alimentos guardaditas en bolsitas y recipientes plásticos. Comparado con los combos baratos que cualquier idiota puede pedir sin salir del carro, el almuerzo que su madre preparaba sólo para él, era la gloria.

Su mente divaga a la infancia: al olor del primer día de kinder,
la textura del uniforme, las amplias ventanas con luz mágica,
el set de colores, el pegamento sobre los dedos, las pegatinas,
el recreo lleno de juegos y amigos.
Su mente recuerda, el olor de su madre, la seguridad que su padre aportaba,
la casa que nunca se sintió pequeña; el cielo azul, los árboles listos para ser trepados.
Las ganas de crecer, y ser más fuerte, de salir al mundo y ser un policía, un bombero,
un doctor o igual hasta un veterinario.
... y se preguntan ¿Qué pasó?,
¿Qué pasó con esa felicidad y, por qué no vuelve, por qué no la puede llamar?
Y sí esa felicidad no va a volver ¿Cuál es el punto de seguir?

Introducción

Empezó con una estrellita en la frente;
pero la estrellita no se entregaba sí el niño había sido descuidado
y se había salido de las líneas.
Empezó con la crayola circulando el dibujo de la pelota más chica;
había tres de donde elegir: una chica, una grande y una mediana.
Y la estrella se dio, se colocó en la frente.
Cada puntito tenía un número; se deben unir, en orden, del uno al diez.
La estrella era dorada o plateada y brillaba mucho.
El zapato izquierdo, iba pie izquierdo; el derecho al derecho.

Una filita del más chico al más grande (tomando en cuenta sólo la estatura).
Empezó con Para cuántos me alcanza y con Para cuatro;
Cuatro diminutos dulces fueron colocados en dos diminutas manos,
y tres monedas son sustraída.
Sí todo salió bien ese día, la estrella era portada con honor.
Los padres la apreciaron, el niño la cuidó.
Todo empezó con una lonchera relleda de un sandwich de jamón y queso;
pepinos cortaditos, acompañados de limón, una naranja o una manzana
y un juguito con popotito blanco.
Todo empezó con uniformes planchados,
Zapatos boleados, calcetines blancos y el nombre bordado en el suéter.
Sellito de abejita sobre las tareas terminada,
Una estrellita dorada en la frente.

Y la felicidad de transformó.
La felicidad se hizo una estrella de papel con adhesivo,
una mayor cantidad de dulces en las mismas manitas diminutas.
Más sellitos, menos líneas traspasadas, un mejor lugar en la fila
(nunca ser el primero, el primero es el más expuesto y el menos fuerte).

La vida cambió,
todo empezó por cositas tan pequeñas;
diseñadas para una personita pequeña por las personas que ya eran grandes y serias.
Todo empezó por salir de casa y ir a confrontar el mundo.
Un mundo que tiene muchas líneas (siempre las ha tenido, siempre las piensa tener).
y en el cual hay cada vez menos estrellas para repartir...

Conclusión

Y no lo sabe... no lo entiende.
Lo que extraña es lo que lo cambió.
Esos días de lápices #2 y borradores con olor a chicle
lo hicieron el adulto patético que ahora no puede dormir.
Fueron el uno, el dos y el tres, de la secuencia numerada que es su vida;
Esa constelación de puntos que lleva uniendo desde que nació.

No lo quiere saber, no quiero recordarlo así
Aun en su casa la estrellita dorada en su frente tenía poder,
la admiración de sus padres lo hicieron codicioso.
Ser casi el más alto de su grupo lo hizo vanidoso y superficial.

No quiere saber, que las cosas empezaron a fallar exactamente ahí.
Prefiere ver su vida, como elementos diseccionados;
una etapa aislada de las otras, y las otras disociadas entre ellas...

Prefiere dejar a la infancia intacta de culpa.
Admirarla desde lejos como si fuera una película,
una gran película, con excelente fotografía y el mejor guión;
los diálogos perfectos del pasado, que en nada lo afectaron.

lunes, noviembre 09, 2009

Suéñame.

Suéñame un poco más delgada.
Con vestidos largos que en la realidad no puedo pagar
que en este mundo no me quedarían,
la modista tendría que cortarles pulgadas de seda y encaje.
Pero en tu sueños son perfectos, y yo hermosa.

Suéñame oliendo a todas las flores que te recuerdan al verano,
corriendo entre pasillos dejando una estela irresistible.
Suéñame tierna como cuando nos conocimos,
tan virgen como entonces, tan curiosa como ahora.
Suéñame terriblemente excitada, pensando en el futuro.

Suéñame con una sonrisa difusa, las pupilas dilatadas,
el cabello salvaje cubriendo los hombros y el cuello.
Con pretextos para no volver a casa, con ganas de ver la noche pasar.
Suéñame a tu lado, minuto tras minuto, hasta que la madrugada te agote.
Y sí quieres, te prometo; hoy yo me esfuerzo, te sueño soñándome y me dejo tocar.

Fue un día perfecto;

en él las horas pasaron tranquilas
acompañadas de pan con mermelada y tazas con café.

Un día de aprender interesantes juegos,
más coquetos calificativos y el arte de nuevos besos.

Un día en el cual las películas viejas adquirieron tonalidades
nunca antes experimentadas.

Hacer la cena no fue molestia,
el proceso lento se convirtió en una caricia artesanal.

Yo tomé poquitas fotos, tú adelantaste poquito trabajo;
Y luego otra vez nos perdimos en el lujo de estar solos y despreocupados.

Ningún minuto se sintió desperdiciado.

miércoles, noviembre 04, 2009

Momentos reales (nunca dije relevantes)

Mi calcetín, el que es azul con rayitas blancas (o blanco con rayitas azules), el que traigo puesto. Mi calcetín se mojó, con uno de los charquitos residuales de la ducha que tomé.
(La cortina de la regadera falló).
Ahora mi calcetín está húmedo y triste, perfectamente consiente de que aunque sólo ha estado media hora en mi pie, pronto será removido. Tendrá que esperar en el cesto de ropa sucia a ser lavado, secado, emparejado y eventualmente (con suerte) de nuevo portado. La gloria de un calcetín es poder calentar un pie; no es estar en un cajón y mucho menos estar mojadito en el cesto de ropa.

Esto, lo del calcetín mojado, pasa muy seguido en mis días.
Mi casa esta casi en su totalidad alfombrada (mi apartamento). Esta alfombra, la que consume una alta cuota del piso, tiene el más estúpido color cremoso. Los tenis y los zapatos no pueden ser portados adentro o todo sería una orgía de manchas, imposible de soportar.

Así que camino con calcetines, algunos días (si ando atrevida) descalza.

Por el otro lado la cortina. La que falló. La debería cambiar; pero nada me asegura que la futura cortina tenga un mejor funcionamiento. Han habido otras, en el pasado, de distintos colores y texturas, con imanes al fina, sin imanes al final... y ninguna ha logrado evitar por completo el derrame de agua al piso de afuera...

Hay cosas en la vida, que simplemente son así.
Mi calcetín y yo, mis otros calcetines también, tendremos que lograr aceptarlo.

Cuando andábamos

Mientas andábamos pensé que ambos mirábamos el cielo, buscando arcoíris, viendo las nubes con forma de cachorros.   Pero tú observabas mis p...