lunes, noviembre 09, 2009

Fue un día perfecto;

en él las horas pasaron tranquilas
acompañadas de pan con mermelada y tazas con café.

Un día de aprender interesantes juegos,
más coquetos calificativos y el arte de nuevos besos.

Un día en el cual las películas viejas adquirieron tonalidades
nunca antes experimentadas.

Hacer la cena no fue molestia,
el proceso lento se convirtió en una caricia artesanal.

Yo tomé poquitas fotos, tú adelantaste poquito trabajo;
Y luego otra vez nos perdimos en el lujo de estar solos y despreocupados.

Ningún minuto se sintió desperdiciado.

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