miércoles, noviembre 04, 2009

Momentos reales (nunca dije relevantes)

Mi calcetín, el que es azul con rayitas blancas (o blanco con rayitas azules), el que traigo puesto. Mi calcetín se mojó, con uno de los charquitos residuales de la ducha que tomé.
(La cortina de la regadera falló).
Ahora mi calcetín está húmedo y triste, perfectamente consiente de que aunque sólo ha estado media hora en mi pie, pronto será removido. Tendrá que esperar en el cesto de ropa sucia a ser lavado, secado, emparejado y eventualmente (con suerte) de nuevo portado. La gloria de un calcetín es poder calentar un pie; no es estar en un cajón y mucho menos estar mojadito en el cesto de ropa.

Esto, lo del calcetín mojado, pasa muy seguido en mis días.
Mi casa esta casi en su totalidad alfombrada (mi apartamento). Esta alfombra, la que consume una alta cuota del piso, tiene el más estúpido color cremoso. Los tenis y los zapatos no pueden ser portados adentro o todo sería una orgía de manchas, imposible de soportar.

Así que camino con calcetines, algunos días (si ando atrevida) descalza.

Por el otro lado la cortina. La que falló. La debería cambiar; pero nada me asegura que la futura cortina tenga un mejor funcionamiento. Han habido otras, en el pasado, de distintos colores y texturas, con imanes al fina, sin imanes al final... y ninguna ha logrado evitar por completo el derrame de agua al piso de afuera...

Hay cosas en la vida, que simplemente son así.
Mi calcetín y yo, mis otros calcetines también, tendremos que lograr aceptarlo.

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