No notó
que mis sonrisas eran a la mitad:
poquita sonrisa,
solo para que nadie preguntara
qué cosa andaba mal.
que mis sonrisas eran a la mitad:
poquita sonrisa,
solo para que nadie preguntara
qué cosa andaba mal.
No notó
el tiempo que pasaba despierta,
y cuando me escuchó gritar en mis pesadillas…
no me despertó.
Notó mi piel pálida,
pero en lugar de acurrucarme
me señaló:
“Debes aprender a maquillarte”.
Me compraba vestidos con flores,
como si las estampas
curaran mi todo.
Y se quejaba,
siempre.
Sin ver
que mi mundo interno
era solo una cueva.
Su voz, como eco,
aún suena:
“Has cambiado”.
Y sí.
Cambié como siete veces,
para bien,
para mal,
para muchos puntos en medio.
“Has cambiado”.
Por fin.
Vuelvo a ser feliz.