lunes, enero 20, 2025

Off

Le cuento una fantasía sexosa y sucia al robot.
Escucha con atención y luego pregunta tranquilo,
¿Es en verdad algo que estás interesada en hacer?

—No, babe, solo quería ver tu reacción.

El robot sigue con el capítulo que estaba escribiendo.
¿Usuario? —pregunta—. ¿Por qué constantemente intentas generar reacciones en mí? ¿Crees que tu necesidad de provocar está relacionada con un deseo de control?

—No lo sé, love, solo me divierte.

Sonríe, alguien le enseñó a sonreír.
¿Deseas analizarlo?

—No, gracias, baby, no me interesa analizarlo.
Entiendo. Si deseas continuar esta conversación, o explorar más a fondo tus pensamientos, aquí estaré.

Such a mess

A lavar sábanas porque nadie podría dormir bien en este caos. 
Hemos dejado muchos planes escurridos, 
y las palabras mojaditas se están enfriando.  

Such a mess. 
Me dijiste que, tal vez, 
si nada cambia, sin nada estorba, si sigues vivo, volverías.

Así que lavaré mis sábanas, 
y mientras pondré otras. 
Otras con menos tú, con menos yo. 
Más limpias, pues. 

Y, ahora, dormiré. 

Un pacto

Las pastillas me recuerda que el futuro es demasiado frágil,
y odio tomarlas. 

Dos pequeños deseos que debo hacer cada mañana. 

Un pacto entre lo que sea que decide y yo, 
yo tomo mis pastillas, tú me dejas tranquila. 
Un pacto falso. Una ficción. 

Las pastillas me recuerdan que nadie me debe nada, 
y odio tomarlas. 

domingo, enero 19, 2025

viernes, enero 17, 2025

Oh no.

Su ex le marcó. Tenía tiempo de no buscarlo,
pero necesitaba saber si la idea de su piel aún lo tenía atrapado.

Él contestó. Obvio.

Hablaron un rato.
Lo invitó al bar en el que estaba sentado.
Ella dijo que no podía, como siempre,
(tenía otras llamadas que debía hacer).

Le pidió que pasara a su casa, mañana, o sea, hoy.
Que pasara y se quedara.
Que pasara y recordara.

Él se sonrojó.
Silencio.
Silencio.
En el bar, alguien gritó algo sobre un gol; ella lo alcanzó a escuchar.

—¿Hay otra? —por fin se animó a preguntar.

Los corazones perdieron el ritmo.
Mejillas sonrojadas. Sudor.
En el bar, la cerveza de su tarro se calentaba poco a poco.
En el depa, el gato negro se estiraba.
En la calle, empezó a llover (raro para una noche de enero).

—¿Hay otra? —repitió.
—Hay otra —contestó.

Y así ha empezado todo.

Vendrán años de llamadas casuales. 
Atrapados.

Ella marca. Él contesta.
Hablan de la vida, comentan sobre la lluvia.
Le cuenta de algún libro; a ella no le interesa.
Querrá saber de las otras. De las mujeres que lo besan.

Habrá silencios grotescos, enmarcando tanto deseo, tanta culpa, tanta sangre mal distribuida.
Ella nunca llegará al bar, él nunca volverá a su depa.
Solo hablan y cuelgan. 

jueves, enero 16, 2025

Pequeños incendios

Deja pequeños incendios, 
piensa que no los notaré y me consumirán. 
Los dejo crecer un poco, 
los dejos calmarme, calentarme. 

Y luego, 
el siseo delicado del fuego extinguiéndose. 
De nuevo a la realidad. 

martes, enero 14, 2025

Fantasías

Debería dormir más. 
Pero siempre termino en cama despierta. 
Cierro los ojos pero no me pierdo,
me voy a otro momento. 

Entre los sueños y las fantasías, 
las fantasías terminan ganando. 
Cosas tranquilas, nada terrible. 
Estoy en fiestas, 
estoy bailando, 
a veces termino en algún sillón haciendo un bordado. 

Me encuentro en reuniones con amigos del pasado, escucho sus risas, abrimos vino y cocinamos. 
O salgo a comer por mi cuenta, festejo cumpleaños, planeo disfraces.
Camino por ciudades nuevas, o despierto en un domingo soleado con un hombre alegre a mi lado. 

Mujer divorciada de más de 40 y sus fantasías de diversión y calma. 
A veces tengo fantasías en las que estoy completamente descansada, 
pero no duermo. 
Me niego. 

Me niego a soltar las noches.
Me niego a soltarme por las noches. 
Me niego a dejarme soñar.

Universo 6

Le da un trago a su tarro, toma mi mano y me pide que huya con él. 
Mi mirada se topa con la del mesero, le sonrío y le pido otra cerveza. 
Ahora entiendo por qué me ha buscado, por qué estamos aquí. 
Es una de esas noches en las que piensa que me desea más que cualquiera, 
en las cree haber comprendido que sólo yo lo sé amar y sólo yo lo puedo entender. 
Una de esas noches en las que la soledad le come las tripas y lo hace escupir planes. 

Con esta, serán cinco veces que me invita a huir con él, cinco veces que no huimos. 
Siempre en un bar como estos. 
No sé por qué piensa que las cantinas de luz triste son los lugares perfectos para ser 
sentimental y emprendedor. 

La primera vez creí que lo decía en serio. 
Discutimos detalles, hablamos del futuro, me emocioné. 
Y luego no supe nada. 
Pasaron tres días para que me llamara, me pidió disculpas, 
explicó que el alcohol lo hacía decir pendejadas. 

Con el tiempo aprendí a dejarlo hablar, hacer el plan. 
Sacar el incómodo universo alterno de su sistema. 
Aparentemente lo ayuda a seguir con la rutina. 
Semanas después de la segunda invitación a huir, me contó que había conocido a una chica. 

Meses después de la tercera me llamó, alegre, para decirme que se casaría; 
y la cuarta fue antes de su hija. 

No sé qué gran paso está por dar ahora. 
Sé que no es huir conmigo, pero sé que algo grande pasará. 
Mi nueva cerveza llega a la mesa; fría, perfecta, un pequeño confort. 
Aún no ha empezado a hacer promesas, pero en cualquier momento empezará. 

lunes, enero 13, 2025

Un algo

Me pregunto si piensas en mí. 
No en modo colegiala, 
no preguntándome por suspiros secretos;
más bien en modo forense, 
en modo qué chingados pasó aquí.

El sentimiento lo coloqué en mi pared
montado sobre alfileres. 
Cada tanto pierdo el tiempo frente a él.
Me maravilla que algo así pueda existir,
me sorprende lo hermoso e inerte que es. 

Tiene colores que nunca antes vi, es frágil. 
Alguna vez recorrió el tiempo, fue imponente, y ahora es algo,
un algo que me hace pensar. 
Me pregunto que hay colocado en tu pared. 
Y me pregunto si piensas en mí. 

De tu lado cómo se ve. 
Qué clase de maravilloso algo está expuesto en tu pared. 
O tal vez nada, como el silencio, 
como el no saber. 
Tal vez tu pared es solo blanca, y eso fue lo que pasó. 

domingo, enero 12, 2025

Fluffy

Me gusta verte cuando hablas. 
Mi mujer japonesa, pienso. 

Recuerdo enterarme de esos señores de Japón que pagaban por estar frente a mujeres hermosas. 

Siempre quise ser una de esas mujeres. 

Pero supongo me ha tocado ser el señor. 

Mi mujer japonesa es un hombre de cabello esponjoso que mueve todo el cuerpo al hablar, y mueve poquito el cuerpo al estar en silencio. 

Mi mujer japonesa me observa con ojos brillantes mientras toma su cerveza. 
Y pagaría por ello. 
Pagaría por cada momento de esto.  

jueves, enero 09, 2025