jueves, junio 04, 2009

Christina (pensamientos varios)

Era pálida y nada normal. Vecina de mi mejor amigo, iba también en nuestro colegio y estaba en la mayoría de nuestras clases; pero rara vez era relevante.

Callada la mayoría del tiempo, cuando por fin decidía hablar su voz era tan débil que el viento se la llevaba lejos y era imposible conversar.

Llevaba siempre arreglos enormes y estorbosos en la cabeza: moños rosas, diademas moradas, bolitas plásticas amarillas; aplastaban todo su cuerpo, doblaban su cuello, jorobaban su espalda.

Sus zapatos pesaban, más que cualquier zapatito escolar que uno conociera. Nunca los levanté; pero lo supongo, porque caminar era toda una tarea extraordinaria para sus piernas. Nunca corría, obvio.

A veces la dejábamos estar en nuestros equipos de trabajo, más por comodidad que por una secreta amistad. Era fácil, vivía cerca y nunca protestaba. No es que fuera ágil para escribir, ni la mejor narradora, y sus cartulinas de presentación tampoco eran geniales; pero se mantenía en silencio y dejaba pensar.

No la llamaban Christy, ni Chrissy, ni Chriss... siempre era Christina, nadie se tomo el tiempo de, por amor u odio, deformar su nombre. Era conocida por no opinar, y para los que no opinan, no hay apodos.

Su cabello era lindo, lacio como ella. Su piel sin lunares, sus calcetines hasta la rodilla, siempre estaban escurridos en sus tobillos y su falda era singularmente larga.

Llevaba pequeños aretitos, que siempre me hacían pensar en su madre ¿Qué clase de mujer paría un animalito tan ordinario y era, aun así, lo suficientemente feliz como para adornarlo con corazones de oro?

No era fea, nunca lo fue. Tal vez eventualmente encontró su voz, un amor y opiniones. No lo sé, la dejé de ver; Después de la graduación ya no había razones.

A veces paso por su casa, y me pregunto si es que algo pasaba ahí que le robaba las palabras (algo tan triste que le deformaba el habla, tan horrible que no lo sabía describir, algo repugnante, tétrico, secreto que no la dejaba caminar y que sutilmente día tras día la aplastaba aun más)... No lo sé, nunca le pregunté, y ella, nunca lo comentó.

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