jueves, marzo 06, 2025

Placeholder

Aquí iría tu escrito, 
que aún no he terminado
y que no creo me atreva a publicar.

Dolor

—Voy a empezar.
Y el olor a piel quemada atasca el consultorio.

—Va a doler un poco.
Pero duele más que un poco.
Mucho más.

¿Pero qué se le puede hacer?
Ya estamos ahí.

—¿Te dolió?
—Sí.
No sé para qué pregunta.
No sé por qué respondo.
Supongo que por ser amables.

—Te dolerá de nuevo un poquito.
Y otra vez no es poco.

—Ok, esto ya es lo último.
Pero no lo es. 
Después eso último, 
hay otras cosas que hacer, 
otros pedazos que quema, 
gasas que deja, 
instrucciones que da. 

—¡Listo!
Pero no, nada ha terminado.
Queda el dolor,
que es real.
Queda ir a casa.
Queda tener que caminar.
Queda regresar en un mes, 
queda esperar que funcione, 
queda, tal vez, volver a empezar.

martes, marzo 04, 2025

Y olvidar

Fue un algo, 
tal vez. 
Un momentico fugaz. 
Fue que casi, por nada, estuvo a punto de funcionar. 

Aunque no tan a punto, 
faltaba mucho, 
pero parecía tener futuro. 
Parecía al menos. Por un ratito. 

Un poquito tal vez. 

Era algo diminuto pero feliz, 
y constante, 
y honesto. 
Dentro de lo que cabe, 
dentro de lo que fue. 

Un poquito de algo.

Pero luego no. 
Y luego ya. 

Solo queda escribirlo 
y olvidar. 

Deseos

Quiero olerlo dos horas, 
en silencio. 

Overshare

No habrá segunda cita, 
pero ahora alguien más de este mundo sabe que mis amigas se esforzaban por alaciarme el cabello, 
y mi cabello nada más no cooperaba. 
Y sabe que alguna vez estuve a punto de morir ahogada 
por intentar aprender a surfear,
y sabe que odio que los hombres me regañen por no saber bailar. 

Ahora, además de mi maestra de prepa, 
alguien más sabe que aprendí a programar, 
pero mis programas siempre tenían un paso de más. 
Ya no solo Pedro sabe que por las tardes, 
subía al taller de física a verlo trabajar.

Una persona más en este mundo sabe que amo las canastas de regalos, 
que quería crecer a ser un pequeño empresario, 
solo para recibirlas en Navidad. 
Que me mandaban a servirle Whiskey a mi papá, 
y lo probaba deseando un día disfrutarlo, 
pues pensaba que esa sería la señal de que ya era un adulto que valía algo. 

Alguien más sabe que prefiero la cerveza, clara, para tomar más. 
IPA si es necesario, pero estoy cansada de las salidas a las cervecerías, 
prefiero solo caminar. 

Alguien tendrá que guardar el secreto de que no amo el punk, ni el metal, 
y apenas soporto el ska. 
Y tengo algo con los olores, 
no me gusta el olor corporal. 

Nunca nos volveremos a ver, 
pero anda por ahí, 
sabiendo que como soy del norte la gente pensaba que siempre estaba enojada. 
Porque soy directa 
y si me pregunta qué pienso, pues pienso contestar. 

No habrá segunda cita. 
Y a lo mejor hablé de más. 

También le conté que escribo, que capaz podría llamarme poeta. 
Luego reí, porque no lo pienso así. 
Y tomé café, y seguí hablando. 
Le conté de la prepa, 
de cómo no aprendí a tomar. 
Le conté de crecer en una ciudad pequeña. Y luego viajar. 
Le conté de Uruguay. 

Y alguien por ahí, 
en esta enorme ciudad.
Sabe que me gusta su cabello, 
y que algunos domingos edito.
Y que, 
tal vez, 
simplemente no sé callar. 

Reflejos

¿Qué veo en sus ojos? 
Reflejos.

No sé leer pupilas. 
Nunca aprendí. 

Pero en su voz hay deseo, 
porque va y viene, como la de los pubertos. 
La intenta regular tosiendo un poco, 
tosiendo bajito para no incomodar. 

Dejo que haya silencios, tardo en contestar. 
Me gusta que no sepa bien cuándo debe hablar. 

Está nervioso. 

Sus enunciados empiezan por la mitad,
y no terminan por completo.
Divaga, pensando en la cama. 
Divaga, pensando en los centímetros que nos separan.
A veces acerco mi pie, traga saliva. 
Lo alejo. Respira. 

¿Qué veo en sus ojos? 
Reflejos. 

¿Qué ve en mis ojos? 
Me pregunto si él sí sabe leer pupilas. 

sábado, marzo 01, 2025

Mon cœur

No le tomé fotos a sus ojos (aunque quería), 
porque no le gustaban las fotos. 
No le gustaba tener que verse.

No tengo impresos de su sonrisa. 
Nada, ni una, ni media, 
ni un cachito asomándose detrás de otro amigo.

Así que me conformo, y veo sus ojos cuando cierro los míos. 
Y dejo que su sonrisa me arrulle cuando estoy cansada. 

No nos quedaron más momentos, 
así que camino callada, 
imaginando que su amor me sigue.  
Y escucho su risa cuando bailo como boba. 
Y cuando veo a mi hijo, me invento cuánto lo hubiera querido. 

Y no le hablo, pero le escribo.