No le tomé fotos a sus ojos (aunque quería),
porque no le gustaban las fotos.
No le gustaba tener que verse.
No le gustaba tener que verse.
No tengo impresos de su sonrisa.
Nada, ni una, ni media,
ni un cachito asomándose detrás de otro amigo.
Así que me conformo, y veo sus ojos cuando cierro los míos.
Y dejo que su sonrisa me arrulle cuando estoy cansada.
No nos quedaron más momentos,
así que camino callada,
imaginando que su amor me sigue.
Y escucho su risa cuando bailo como boba.
Y cuando veo a mi hijo, me invento cuánto lo hubiera querido.
Y escucho su risa cuando bailo como boba.
Y cuando veo a mi hijo, me invento cuánto lo hubiera querido.
Y no le hablo, pero le escribo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario