viernes, febrero 27, 2009

Nula métrica.

Este ritmo de verano en febrero no me deja pensar.
En otros lugares llueve y es simple: plin, plin, plunk.

Pero aquí el calor se mece tranquilo y silencioso,
no me deja escuchar palabras ni canciones en la mente.
Mis sesos se cuecen lentos; sin sal, pimienta ni romero,
la piel se reseca y las letras se marchita.


Plink, plink, plunk; escuchan otras personas
y sus vidas se rebosan de un compás satisfecho.

Plink, plink, plunk: aplausos de un dios entusiasmado
por saber cómo continúa la historia...
y aquí el silencio de una audiencia decepcionada;
tensión atmosférica que sonroja y humilla.

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