Eres agua, y yo soy viento.
O algo así.
Yo, un montonal de palabras,
y tú, silencio.
O algo así.
Yo, un montonal de palabras,
y tú, silencio.
Como si embonáramos. Perfecto...
pero igual no.
pero igual no.
“No escribas tantos enunciados de lo que no es.
No le cantes tanto a los que no están.
No le cantes tanto a los que no están.
No te inspires en lo que no sobreviviría mucho tiempo
sin ese oxígeno directo que le debes dar.
No pienses tanto en ese hombre.
Deja de acariciar tu cuerpo.
Siéntate derecho.
Mira al frente.
Respira hondo,
y acepta tu soledad”.
Consejos que nadie me ha dado,
últimamente.
Pero tal vez,
alguien me los debería dar.
“No temas el silencio que dejan los hombres
cuando se van.
Ni a la mirada
de todas las otras mujeres
a las que sí han amado.
Deja de imaginar lo que se siente
una caricia sobre la piel que es deseada.
Deja que tu alma
se estire,
se olvide de los demás”.
Consejos.
“No te sonrojes por existir
en un mundo que no te tenía en el plan”.
en un mundo que no te tenía en el plan”.
Eres agua, y yo viento.
O eres un alguien, y yo un otro.
Sin razón,
sin necesidad de ser amarrados con palabras,
sin una narrativa clara.
“No cada conexión la debes explicar.
No la hace menos,
o más real”.
No la hace menos,
o más real”.