Entras a mi vida.
Una noche. Otras noches, no estás.
Una noche. Otras noches, no estás.
Preguntas sobre lo que hago,
mis tradiciones, mis comidas.
Te interesa uno que otro ritual.
Frente a mí, pero lejano.
Pasaporte en mano…
para poder entrar, sí,
pero, en realidad, para no quedarte atrapado.
Lo disfrutas. Ríes. La pasas bien.
Te quedas un rato.
Me valoras porque no estoy en tu tiempo,
en tu espacio. Porque no pertenezco.
Exótica, yo. Desde mi realidad.
Un humano con sentimientos.
Completo.
Extraño.
Comes con hambre, después de nadar. Dormitas.
Tu piel tiene el color del verano,
y sonríes, satisfecho de estar,
y tranquilo porque no te quedarás.