martes, agosto 18, 2009

El demonio en la trenza.

El demonio vive en mi trenza izquierda,
que es la trenza más cercana al corazón.
Descansa acurrucado en el cabello seco y la liguita naranja.
Habla cuando duerme, y sus palabras tristes entran a mi mente;
Mis sueños se ven invadidos por muertes, carne cruda y epidemias
(ese demonio nunca trae buenas nuevas).

Desconozco, debo admitir, lo que hace por el día;
supongo que junto conmigo escucha canciones y ve la tele.
No le pregunto (No porque duerma a mi lado somos tan amigos).
Sin embargo cuando estoy enferma, se preocupa, eso es claro.
Sí la fiebre está encendida siento su cola, desde la nuca,
alargarse por toda la espina de mi espalda.
Es su manera de cuidarme, su versión de avena y jugo de manzana;
No sabe que su piel me quema, y yo por pena, no le digo.

Antes, por esos mismos rumbos, vivía una ardilla...
pero un día lavé mi cabello, lo enjuagué, lo tejí aun húmedo...
y la ardilla se fue, tal vez ya no cabía, o se sintió insultada, no querida.
Yo si la quería, la extraño; en las tardes lluviosas jugaba con mis orejas.

Los tiempos han cambiado, y ahora coexisto con un demonio entrelazado.
Meses pasan, y me pregunto si alguna vez va a marcharse;
Sí como a la mayoría de los hombres lo terminaré por aburrir.
Sería lindo, tal vez, vivir con la cabellera desalojada.

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