viernes, febrero 14, 2025

La cigarette

Chupeteaba su cigarro al fumarlo. 
Un algo extraño. 
Me había olvidado de los hombres que fuman, 
y de los poetas. 

Llevaba tiempo rodeada de los que salen a correr, 
se duermen temprano. 

Solía conocer a un editor que nada más como que colgaba el cigarro en su labios. 
Como si fuera nada, un cachito más de él. 
Hablaba con el cigarro colgando, 
reía con el cigarro colgando,
y explicaba toda clase de detalles sobre el tiempo y el ritmo con el cigarro en su labios.  
Se lo quitaba para darle tragos a su bebida,
y se lo quitaba para darme algunos besos. 

Yo también andaba medio colgada de sus labios. 

Pero el poeta trataba al cigarro como un evento. 
Cada chupeteo anunciaba el final de una idea,
un momento para digerir sus propuestas. 

Cuando el humo salía, él regresaba.
Se reactivaba la escena. 
El humo nos avisaba que era momento de emocionarnos y guardar silencio. 
El poeta iba a hablar. 

Feliz día

Alguna vez me dijiste que no querías estar. 
No aquí, no a mi lado. 

La explicación fue sencilla, 
no te interesaba vivir con una mujer sin intereses ni amigos. 

Y me di cuenta,
de lo poco que me veías cuando caminaba frente a ti. 

Me rompió el corazón; no que te fueras,
que te fueras sonaba lógico y sano.
Me rompió el corazón no saber cuánto tiempo me pensaste así. 

Tengo intereses, tantos que sería absurdo nombrarlos. 

Tengo amigos, por todos lados. 
Algunos más amigos que otros, algunos callados, otros ansiosos, 
algunos más queriendo ser amantes, algunos más como hermanos, 
unos que sí, admito, tal vez solo viven en el recuerdo. 

Y no los registraste. A ninguno. 

Me tomaste una fotografía alguna vez,
Mujer aburrida, la nombraste. 
Y con ella vivías, sufriendo cada día, 
aguantando su charla, su risa, su mirada. 

Hasta que un día, por fin,
me dejaste. 

miércoles, febrero 12, 2025

Demasiado

Me dices que un día, tal vez,
y un día, tal vez suena lindo
pero también tengo hoy
(mucho de hoy).  

Me pides el sábado, 
y te puedo dar el sábado, 
pero también me queda el domingo. 
Todo el domingo. 

Me pides un poquito, 
y no sé cómo hacerme solo un cachito. 
No sé guardar silencio o quedarme quieta, 
no soy recatada, ni incierta, soy abrupta, directa. 

Soy tanto,
demasiado. 
Es una pena. 

martes, febrero 11, 2025

Una

Sonríe
y trato de recordar la última vez que una sonrisa me hizo dudar sobre mi manera de amar. 

Talvez debería amar más mujeres, 
más mujeres más seguido, 
o solo una, 
solo una hoy. 

Sonríe, 
y todo el viento que movía al mundo entra a mis pulmones y me intenta matar. 

Solo hoy, 
solo una. 
O también mañana, 
a la misma. 

El calor que creó el universo se acurruca en mis mejillas, 
y en mi vientre, y en mis manos, 
por minutos, segundos, y horas me incendio, 
como aquellas acusadas de ser demasiado felices, y andar demasiado libres. 

Desde mi hoguera la veo. 
Sonríe.

Y tal vez debería amarla, 
hoy, 
y mañana,
y todo el tiempo que me deje. 

Lover Boy

Me dijo que era genial, que lo adoraba.
Que era interesante, romántico, sensible, amable, 
muy muy hot, y encantador, uy tan encantador.  

Con un je ne sais quoi,
un olor a duraznos por las mañanas, 
y a tabaco a media noche. 

Que tenía ritmo y agilidad, 
y besaba suave, pero no tan suave. 
También sabía besar rudo.
 
Que era tierno al amar, 
y tierno al coger, 
y tierno al terminar. 

Que mientras te tomaba
armaba poemas, 
cosas sucias pero melódicas, 
que no se sentían fuera de lugar. 

Me habló de su chamarra de cuero, 
de sus tenis viejos pero en onda, 
de su cabello no tan largo, pero no cortito. 

De su piel, y su cuerpo, y su alma, 
y sus letras, y su sonrisa, 
y de todo el tiempo que pasaban
tomando cerveza y jugando a ser novios. 

Me dijo que su sonrisa podía detener el tiempo, 
y sus manos acelerarlo. 
Y su voz, su voz sonaba dentro de ella aún estando lejos, 
pidiéndole más horas, más momentos. 

Su nombre no lo recuerdo, 
solíamos llamarlo Lover boy,
un día simplemente desapareció. 

Le pregunté por él,
y me sonrió,
Nah, olvídalo. Resultó ser un cabrón. 

Y eso fue lo último de él que me contó. 

lunes, febrero 10, 2025

La espera

No quería morir, obvio. 
Y no quería saber nada sobre no poder salir solo.
 
No tenía tiempo para escuchar sobre reglas, 
o aprender de medicamentos. 
No escuchaba nada sobre su edad, sobre nuevos límites, 
sobre vivir con otros, mudarse, cambiar. 

Nos escuchaba entrar al edificio. Nos esperaba. 
A mi hijo le regalaba dos o cuatro mazapanes, los que mi hijo quisiera. 
A mi me esperaba para darme el reporte de daños; 
los nuevos dolores, las nuevas molestias, las nuevas idioteces que había hecho la enfermera. 


Y un día hubo silencio. 
Un día sin dulces ni quejas. 
Un día sencillo, demasiado sencillo. 

Y él no quería morir, obvio. 
Y yo no quería que muriera así, solo. 

Y no sé por qué, no sé bien por qué, 
pero ahora soy yo la que lo espera. 

Adulto

Se sienta a mi lado aún desnudo;
muy adulto, frágil, completo. 

Habla de lo que tiene en mente esa mañana;
algo del trabajo, algo del futuro
algo sobre miedos. 

Sonríe como reflejo cuando nota que lo observo. 
Me pregunto qué tan difícil será olvidarlo. 
Complicado, lo creo.
Pero necesario. Tal vez. 

Le pregunto si quiere café, y sí, sí quiere. 
Le pregunto si quiere tocarme, y me toca. 

Le pregunto qué pasara con nosotros en todo esto, 
en toda esta historia que cada vez empieza a sonar más como la de otra, 
y se sienta a mi lado aún desnudo. 

Tan adulto, triste, y lejano. 

martes, febrero 04, 2025

Cosas que no pensé

Nunca se me ocurrió enamorarme de él.
Iba a la playa y pasaba horas frente al mar,
solo para estar con algo tan maravilloso,
pero nunca me enamoré del mar.

Nunca me hubiera atrevido a imaginar que tal vez el mar pensaba en mí. 
 
Disfrutaba el frío en las madrugadas,
y la primera luz del sol,
sin pensar en invitarlos a salir.

Solo me alegraba que existiera.
Y nunca pensé en enamorarme de él.

O quizá, nunca supe darme cuenta de que ya lo estaba.