Llegas momentitos y te vas.
Hace mucho, en la playa, me asusté
porque el mar se había ido.
Algunos pulpos quedaban entre piedras;
los localeños los atrapaban para cenar.
Yo, niña criada por la televisión,
pensé que eso del mar era señal
de un tsunami, algo terrible.
Pensé que debíamos escapar.
Mi padre me calmó.
En esa playa, las cosas eran así:
todas las mañanas, el mar llegaba;
todas las tardes, se desaparecía.
Y en su huida, olvidaba algunos pulpos,
ostiones, cangrejos.
Un mar particular,
pienso cuando apareces.
Un lindo mar,
extraño y natural…
cuando te vas.